Sostengo, desde hace buen tiempo, que además de escucharlo hay que tener una elevada dosis de interpretación, de poner a prueba la capacidad de descubrir algo más allá de la noticia en cuestión.
Reciente ha sido el ejercicio. De visita en la isla para participar en los festejos de los diarios Granma y Juventud Rebelde, la máxima autoridad del museo de Historia del Partido Comunista Chino, información no tan significativa si el personaje, Li Zongyuan no fuera tratado como de “excelentísimo señor”, un calificativo que sin lugar a dudas no fue ocurrencia del director de la emisión, sino que vino “de arriba”.
Y uno se pregunta si acaso entre partidos comunistas “hermanos” vale esa notable y diplomática distinción.
El calificativo de compañero, en apretadísima síntesis, cobró mayor fuerza a partir del triunfo revolucionario de 1959 y aún más cuando en 1961 fue declarado el carácter socialista de la revolución. Fue común para todos. Recuerdo que adversarios y enemigos del proceso respondían con pocas palabras ante el término:
-Compañeros son los bueyes.
Personalmente, me gusta, no he dejado de compartirlo y siento la definición, defendible a capa y espada. No son muchos, pero valiosos de cabeza a pies: son mis compañeros, mis hermanos en las buenas y en las malas. Caiga en esto último y lo podrá comprobar.
El tratamiento al visitante chino me preocupa mucho. A ver si de cara al futuro, ahora que señor pulsa con compañero, tendremos que preguntarle al jefe de gobierno en nuestra municipalidad:
-Excelentísimo, señoría, ¿Piensa usted arreglar las aceras de la vecindad e iluminar las calles?









