Llegado ese lamentable momento, al igual que ocurrió con la pandemia de Covid, usted aquilatará quién vale y quien debe ser retirado de la lista de supuestos amigos y compañeros.
La salud pública en la isla está transitando por una verdadera crisis. Esto no es ningún secreto ni revelación. En ello, hay un maridaje perfecto entre los efectos del bloqueo imperial y una economía errática y poco audaz que impide alcanzar resultados de mejores tiempos ya pasados.
Tampoco descubro el agua tibia al sostener que precisamente una fuerte economía es la que permite el bienestar de las personas en cuanto a seguridad social, salud y educación, entre otros índices.
Miserias humanas salen a flote por babor y estribor. Y entre ellas, brotes de humanidad que nos señalan que aún hay personas de buena voluntad que sin conocerte te tienden las manos.
Cumplir el protocolo quirúrgico depara sorpresas ante la obligatoriedad de presentar dos donaciones de sangre. Si eres un anciano, con amigos que ya sobrepasan los 60 años y que se les tiene prohibido extraerle sangre, llega entonces otra preocupación más a saber dónde encontrará sitio.
Lanzas a viva voz el reclamo. Lo llevas a las redes sociales y aparecen las sorpresas. Un puñado de amigos se ofrece; desconocidos en tu vida responden que sí, que con mucho gusto; hay quien te llama con aires conspirativos pera informar que conoce gente “seria” que por cien euros o dólares te la ceden lo cual implica la suma de más de dos años de pensión ; un “yabó” que sí pero debía consultar con su padrino; y no falta en el resumen una joven diplomática francesa dispuesta a acudir al banco de sangre.
Entonces no estamos tan perdidos. Hay sangre y loables intenciones.