España afronta así un escenario que ya no puede considerarse coyuntural. El calor extremo, los incendios recurrentes y la falta de lluvias son señales de una crisis climática estructural.
Promesas verdes, acciones tibias
Gobiernos de distinto signo han llenado discursos con referencias a la transición energética y la neutralidad climática. Sin embargo, la realidad se aleja de esas palabras. Se anuncian planes que apenas pasan de titular y subvenciones que no llegan a quienes más sufren el impacto: trabajadores expuestos al sol, barrios sin sombra urbana, agricultores en zonas de sequía.
La política habla de sostenibilidad mientras posterga inversiones básicas como agua, sombra y transporte limpio
Los datos del otoño anómalo
Indicador | Valor estimado |
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Temperaturas máximas Guadalquivir | 39-40 °C |
Temperaturas mínimas nocturnas | 22-25 °C |
Precipitación oeste peninsular/Canarias | Muy por debajo de lo normal |
Riesgo de incendios forestales | Muy alto |
Duración esperada del episodio cálido | 17-19 de septiembre |
Hipocresía social y política
Mientras se pide a la ciudadanía pequeños gestos —usar menos aire acondicionado, reciclar, consumir con moderación—, se permiten macroproyectos contaminantes y retrasos en la ejecución de fondos verdes.
La responsabilidad individual no sirve si la institucional sigue fallando
La hipocresía se extiende también a la sociedad: denunciamos la emergencia climática en redes mientras normalizamos vuelos de corta distancia o barrios sin árboles. El cambio climático no se combate con trending topics, sino con políticas y hábitos que duelen.
El otoño será cálido, pero lo que arde de verdad es la credibilidad de la política climática. Si se vuelve a fallar, no será por ignorancia sino por indiferencia, y esa indiferencia es ya otra forma de irresponsabilidad.