La ‘bomba’ caía el pasado martes. En su informe anual, el Banco de España criticaba que algunos hogares, especialmente los más vulnerables, estaban siendo “demasiado optimistas acerca de sus rentas futuras”. En román paladino, que las familias estaban tirando de crédito para vivir por encima de sus posibilidades.
“En el caso de los hogares, el nuevo descenso de la tasa de ahorro y el elevado crecimiento del recurso al crédito para la financiación del consumo sugieren que algunos de estos agentes podrían estar basando sus decisiones de gasto en expectativas demasiado optimistas acerca de sus rentas futuras”, alertaba la institución.
“La disminución de la tasa de ahorro el año pasado (de 0,6 pp) llevó a esta variable hasta el 4,9% de la renta disponible, una de las más bajas de las economías de nuestro entorno”, alertaba el Banco de España.
Algunos observadores, no obstante, no dejan de mostrar su asombro sobre el hecho de que el Banco de España ponga el acento sobre el “optimismo” de los clientes más que sobre las políticas comerciales de los bancos, que son los que se encuentran bajo su supervisión. En un escenario muy complicado para las entidades, la búsqueda de negocio se ha convertido más que nunca en una prioridad, y cualquier cliente puede dar fe del aluvión de ofertas de crédito, no ya sólo a través de sms o mensajes en el cajero sino mediante llamadas telefónicas o correos electrónicos escritos directamente por los empleados de su sucursal.
