Como que dicen con cierta certeza de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, estamos viviendo en segunda temporada el desastre del llamado ordenamiento.
¿Y por qué pasan estas cosas en las que incluyen, como argumento de refuerzo, a la mismísima Academia, esa élite de sabios inequívocos y, para rematar, que tal procedimiento obedece a prácticas internacionales?
Por una razón bien sencilla a mi parecer, que no soy ni aspiro a presentar cartas credenciales en economía, finanzas y asuntos de la banca. Sucede que, una vez más, no se ponen los pies sobre la tierra, sino desde una cómoda oficina para tomar decisiones erráticas.
Por suerte, el proceso será paulatino, por etapas. De seguro, con margen para corregir disparates que evitarán risas, burlas y pesares en el ciudadano común y corriente.