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Así mide Mapfre AM la huella de carbono en las carteras de inversión

Inversión sostenible

Para dar con la tecla, en los últimos años se han ido creando distintas fórmulas para medir las emisiones de la huella de carbono e impulsar su reporte. Este concepto nace, según el Ministerio de Medio Ambiente, “como una medida de cuantificar y generar un indicador del impacto que una actividad o proceso tiene sobre el cambio climático, más allá de los grandes emisores”.

El cálculo, por tanto, guarda especial relevancia ya que, además de venir impuesto por más de un frente regulatorio, “sirve para parametrizar, seguir los riesgos asociados al cambio climático y elaborar una estrategia de reducción de emisiones por parte de las compañías”, así lo explica Javier Miralles, gestor de fondos de inversión de Mapfre AM.

La gestora de activos del grupo asegurador, con casi 40.000 millones de euros de activos bajo gestión, dispone de una metodología propia para el cálculo de la huella de carbono en la cartera de inversión: “MAPFRE se imputa como propias dentro del scope 3, las emisiones de los diferentes activos en los que invierte (Renta variable, deuda pública y privada, ETF’s…) en base al porcentaje de propiedad que tenga sobre los mismos”. Y es que en el actual contexto regulatorio se hace hincapié a las entidades financieras para que no solo limiten el cálculo a sus emisiones directas, sino que amplíen el cálculo a sus inversiones, imputándose como propias las emisiones de los diferentes activos en los que invierten.

Esta metodología, que trata de complementar los cálculos ya establecidos a nivel regulatorio, establece diferentes tipos de medición de la huella de carbono sobre las inversiones en función de la información que se quiera reportar y la finalidad de la misma. De hecho, de manera resumida, se pueden establecer cálculos en términos absolutos, relativos y de intensidad ponderados.

Desde MAPFRE AM indican que, gracias a dicha metodología propia, “se ha encontrado la solución más sensata y elaborada posible para optimizar el reporte de los datos, dando una explicación a los cálculos realizados lo más argumentada posible”. “Por tanto deberemos ser conscientes de que los primeros datos que reportemos serán lo más ajustados posible, pero habrán sido obtenidos con muchas limitaciones”, agregan.

Como se explica más arriba, la regulación y los cálculos en ella definidos están en pleno desarrollo y no abarcan a todos los tipos de activos. Es por ello por lo que nuestros compañeros aclaran: “La metodología descrita será susceptible de irse modificando a medida que la regulación aporte visibilidad a las cuestiones planteadas”.

UN FUTURO POR DELANTE

Desde la gestora reconocen que la medición de la huella de carbono sobre las inversiones se encuentra, a día de hoy, “en una etapa muy inicial tanto a nivel regulatorio como de calidad y capacidad de reporte de los agentes implicados” para que el cálculo de la huella de carbono pueda llegar a ser un cálculo ajustado y exacto.

De hecho, una de las críticas más extensas que se le hace a la regulación, y que muchas partes interesadas plasman en las consultas realizadas en los RTS (Regulatory Technical Standards), es que “parece estar centrada y aporta propuestas de cálculo únicamente a la renta variable cotizada y renta fija corporativa, cuando las carteras están compuestas por muchos más tipos de activos” comentan en la gestora. El gran problema, explican, es que “existe una serie de dificultades a la hora de realizar los cálculos para otros tipos de activos que la propia regulación no aclara (es el caso, por ejemplo, de activos financieros, futuros, fondos de terceros, ETF’s o la renta fija gubernamental)”.

Por tanto, es de esperar que, a medida que se vaya definiendo la regulación, se especifique la manera exacta de realizar los cálculos y se optimice el acceso a los datos, el reporte de la huella de carbono será cada vez más exacto.

 

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