Aquellos temerarios jóvenes de la Santa Ana

Cuba

Aquellos temerarios jóvenes de la Santa Ana

Del asalto al Moncada a la herencia de una revolución que hoy interpela a nuevas generaciones.

Plaza de la Revolución
Plaza de la Revolución (La Habana)
Cuando se agotan todas las posibilidades legales, pacíficas o democráticas de alcanzar la libertad frente a una tiranía, cualquier revolución de este mundo demuestra que no queda otra alternativa que jugarse la vida con un arma en la mano así sea un fusil, un palo o una piedra.. Y eso fue precisamente lo que hicieron en 1953 jóvenes cubanos, encabezados por Fidel Castro, en el fallido intento de tomar la segunda fortaleza militar de la isla allá en la oriental ciudad de Santiago de Cuba. Quedaría marcada la acción  como Día de la Rebeldía Nacional. El acto conmemorativo, que todavía no me explico muy bien las razones para que sea festivo con tantos muertos de por medio, fue realizado en la central provincia de Ciego de Ávila con la presencia de unos contados sobrevivientes de la acción, 370 invitados extranjeros de 23 países y unos 10.000 avileños. La efeméride tuvo como figura principal al general de Ejército Raúl Castro (94 años) ya liberado de cargos políticos y gubernamentales excepto en la condición de diputado al Parlamento. Le acompañaba el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel. Treinta minutos empleó el primer ministro Manuel Marrero para resumir historia, actualidad y futuro en panorama nada satisfactorio que él mismo consideró con “desafíos enormes tanto internos como externos”. Jóvenes han sido los protagonistas principales de la revolución cubana que supo ganarse en su momento la simpatía de medio mundo por la continuidad de la lucha en las montañas y llanos de las ciudades hasta lograr el triunfo en 1959. La supervivencia de la revolución cubana está ahora en manos de una juventud diezmada por una inusual emigración nunca vista en una isla poblada por ancianos. Por fortuna, no será imprescindible armarlos en exceso, sino con incentivos para que rindan lo mejor de sí en su propia patria. Sería el mejor homenaje para aquellos que entregaron su vida por un ideal de libertad y prosperidad.

Cuando se agotan todas las posibilidades legales, pacíficas o democráticas de alcanzar la libertad frente a una tiranía, cualquier revolución de este mundo demuestra que no queda otra alternativa que jugarse la vida con un arma en la mano así sea un fusil, un palo o una piedra.

Y eso fue precisamente lo que hicieron en 1953 jóvenes cubanos, encabezados por Fidel Castro, en el fallido intento de tomar la segunda fortaleza militar de la isla allá en la oriental ciudad de Santiago de Cuba. Quedaría marcada la acción  como Día de la Rebeldía Nacional.

El acto conmemorativo, que todavía no me explico muy bien las razones para que sea festivo con tantos muertos de por medio, fue realizado en la central provincia de Ciego de Ávila con la presencia de unos contados sobrevivientes de la acción, 370 invitados extranjeros de 23 países y unos 10.000 avileños.

La efeméride tuvo como figura principal al general de Ejército Raúl Castro (94 años) ya liberado de cargos políticos y gubernamentales excepto en la condición de diputado al Parlamento. Le acompañaba el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel.

Treinta minutos empleó el primer ministro Manuel Marrero para resumir historia, actualidad y futuro en panorama nada satisfactorio que él mismo consideró con “desafíos enormes tanto internos como externos”.

Jóvenes han sido los protagonistas principales de la revolución cubana que supo ganarse en su momento la simpatía de medio mundo por la continuidad de la lucha en las montañas y llanos de las ciudades hasta lograr el triunfo en 1959.

La supervivencia de la revolución cubana está ahora en manos de una juventud diezmada por una inusual emigración nunca vista en una isla poblada por ancianos. Por fortuna, no será imprescindible armarlos en exceso, sino con incentivos para que rindan lo mejor de sí en su propia patria.

Sería el mejor homenaje para aquellos que entregaron su vida por un ideal de libertad y prosperidad.

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