Alerta de la OCDE: los tipos bajos de los bancos centrales están cocinando otra crisis de deuda

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Alerta de la OCDE: los tipos bajos de los bancos centrales están cocinando otra crisis de deuda

La deuda empresarial cerró 2019 en un nuevo récord de 13,5 billones de dólares, señala la OCDE.

Bola del mundo hundiéndose

El regreso de los principales bancos centrales a políticas monetarias más expansivas impulsó que el volumen de deuda empresarial alcanzase un máximo histórico en términos reales de 13,5 billones de dólares en todo el mundo, según alerta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que destaca que los bonos emitidos tienen una calidad crediticia y una protección a los inversores inferior.

“Después de un retorno a políticas monetarias más expansivas a principios de 2019, las corporaciones no financieras del mundo tomaron prestados 2,1 billones de dólares adicionales en forma de bonos corporativos”. En términos reales, es el equivalente al anterior récord de 2016 y “representa una clara reversión de la disminución en la emisión de bonos corporativos durante 2018”, señala la OCDE en su informe Tendencias del Mercado de Bonos Corporativos, Riesgos Emergentes y Política Monetaria. Si se suma el endeudamiento récord de 2019 a la acumulación “sin precedentes” de bonos corporativos desde 2008 el resultado es que “el saldo global de bonos corporativos no financieros a fines de 2019 alcanzó un máximo histórico de 13,5 billones de dólares”.

No solo eso, sino que “los datos muestran que, en comparación con los ciclos de crédito anteriores, el stock actual de bonos corporativos en circulación tiene una calidad crediticia en general más baja, mayores requisitos de reembolso, vencimientos más largos y una protección inferior para los inversores”. “Esto puede amplificar los efectos negativos que una recesión económica tendría en el sector empresarial no financiero y en la economía en general”, señala el club de los países ricos.

Un 51% de todos los nuevos bonos emitidos con rating de grado de inversión eran ‘BBB’ el último escalón antes del bono basura. Durante el período 2000-2007, sólo el 39% de las emisiones de grado de inversión se calificaron como ‘BBB’.

Pero de hecho también ha aumentado la proporción de emisiones basura. “Desde 2010, al menos el 20% de todas las emisiones de bonos han sido de grado no de inversión y, en 2019, representaron el 25% de todas las emisiones de bonos corporativos no financieros”. “Este es el período más largo desde 1980 en que el porcentaje de emisión sin grado de inversión se ha mantenido tan alto e indica que las tasas de incumplimiento en una futura recesión probablemente serán más altas que en los ciclos crediticios anteriores”.

“Las grandes emisiones de bonos con calificación BBB, bonos sin grado de inversión y bonos de empresas de mercados emergentes realizadas desde 2008 han dado lugar a que los bonos de menor calidad crediticia dominen el stock en circulación a nivel mundial”. En 2019, “solo el 30% de las existencias mundiales en circulación de bonos de empresas no financieras tenían una calificación ‘A’ o superior y eran emitidos por empresas de economías avanzadas”.

El aumento del saldo en circulación trae aparejado además una subida de las obligaciones de reembolso “en términos tanto absolutos como relativos”. Las empresas verán obligadas a tener que reembolsar o refinanciar en un plazo de tres años una cantidad “sin precedentes de 4,4 billones de dólares”. Esto representa un récord del 32,4% de la cantidad total en circulación de los bonos de las empresas, frente al 25% de hace diez años.

Y eso que gracias al entorno de bajos tipos, “la mecánica de las calificaciones crediticias ha permitido a las empresas aumentar sus ratios de apalancamiento y aun así mantener sus calificaciones”. Hoy en día, la media de las empresas encada rating de grado de inversión está más apalancada que hace una década. “Sin el apoyo de unos tipos de interés bajos o en el caso de un descenso de la actividad empresarial, la misma mecánica de las calificaciones que permitió aumentar el apalancamiento dará lugar a descensos que aumentarán los costos de los préstamos para las empresas y limitarán su alcance para las inversiones”, concluye la OCDE.

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