El informe SOFI 2025, elaborado por Naciones Unidas, ofrece una radiografía preocupante de la seguridad alimentaria mundial. Según el documento, los conflictos armados, el colapso climático y las disputas comerciales internacionales están elevando el precio de los alimentos y provocando un aumento del hambre en las regiones más vulnerables del planeta. Las consecuencias afectan especialmente a los pequeños productores rurales, cuya situación económica ha empeorado drásticamente.
África y Oriente Próximo, los más golpeados por el hambre
El informe, respaldado por cinco organismos de la ONU (FAO, UNICEF, PMA, OMS y FIDA), confirma que en 2024 más del 20% de la población africana —unos 307 millones de personas— padeció hambre, mientras que en Oriente Próximo la cifra ascendió al 12,7%, es decir, más de 39 millones de afectados.
Según Álvaro Lario, presidente del FIDA, «es una mezcla entre los conflictos armados, los choques económicos y los impactos climáticos lo que está impulsando esta crisis alimentaria sin precedentes». La convergencia de estos factores ha desestabilizado los sistemas de producción y distribución de alimentos.
La guerra comercial, la violencia y la emergencia climática están provocando un aumento sin precedentes de la inflación alimentaria global
Los pequeños agricultores, en el epicentro de la crisis
Los pequeños productores, definidos por la ONU como quienes cultivan menos de 2 hectáreas, representan el 33% de la producción mundial de alimentos y hasta el 70% en África. Sin embargo, el 80% vive por debajo del umbral de la pobreza.
Estos agricultores reciben menos del 1% de la financiación climática internacional, apenas 4.000 millones de euros al año, cuando se estiman necesarios al menos 70.000 millones para garantizar su viabilidad.
La falta de inversión en agricultura rural incrementa los flujos migratorios económicos, especialmente entre la juventud africana
La situación, según Lario, genera un efecto dominó: al no poder ganarse la vida en sus lugares de origen, muchas personas se ven obligadas a emigrar. “El vínculo entre migración y seguridad alimentaria es claro”, afirma.
El colapso de las cadenas alimentarias en zonas de conflicto
Según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF), más de 35 millones de personas están en situación de emergencia alimentaria (fase 4) y casi dos millones sufren una catástrofe humanitaria (fase 5).
En la Franja de Gaza, el informe alerta de una situación sin precedentes: el 100% de la población —más de 1,1 millones de personas— sufre inseguridad alimentaria aguda, la mayor cifra jamás registrada por la CIF.
Gaza, Sudán, Yemen y Haití figuran entre los territorios más afectados por el colapso alimentario
La escasez de alimentos, el cierre de rutas comerciales y la destrucción de infraestructuras son factores determinantes. En palabras de Lario, “las cifras no dejan de aumentar, especialmente en África y Oriente Próximo”.
Invertir en agricultura, clave para frenar el hambre y el éxodo
El FIDA defiende que la inversión a largo plazo en agricultura es esencial para garantizar el suministro de alimentos y frenar el hambre. África importa cada año entre 70.000 y 80.000 millones de euros en alimentos, cuando podría producirlos internamente y crear millones de empleos.
La autosuficiencia alimentaria en África podría generar trabajo para los 10 millones de jóvenes que se incorporan cada año al mercado laboral
Desde la producción hasta la exportación, pasando por el almacenamiento y la distribución, el desarrollo del sector agrícola podría transformar el futuro económico de los países en desarrollo.