Desde 2021, Afganistán vive un entramado de vetos que cercenan la presencia femenina en todos los ámbitos. Las niñas fueron expulsadas de escuelas y universidades, miles de mujeres perdieron su empleo y ahora se extiende la prohibición de hablar en público o incluso de rezar en voz alta. Pese a ello, la comunidad internacional mantiene la asistencia humanitaria sin que se produzca un cambio real, mientras la cobertura informativa se ha reducido al mínimo.
Educación, trabajo y voz: un cerrojo total
El veto a la secundaria en 2021 y a la universidad en 2022 dejó fuera de las aulas a millones de jóvenes. A ello se sumó la restricción a trabajar en ONG y la clausura de más de 12.000 salones de belleza, con la pérdida de unos 60.000 empleos.
En 2024, el Ministerio de Virtud y Vicio dio un paso más: declaró que las mujeres no podían rezar en voz alta ni pronunciar expresiones religiosas comunes delante de otras mujeres. En paralelo, entró en vigor una norma que prohíbe que la voz femenina sea escuchada en público, lo que limita desde la oración hasta la posibilidad de hablar en reuniones o actos comunitarios.
La voz se convirtió en un nuevo campo de represión: hablar, rezar o cantar puede considerarse una falta contra las normas talibanas
El resultado es un apartheid de género que impide a las mujeres aprender, trabajar, moverse libremente y, ahora, incluso expresarse. En muchas provincias, la aplicación de estas reglas se mezcla con el miedo, la censura y la autocensura.
Restricciones clave a mujeres en Afganistán (2021–2025)
Fecha | Medida | Impacto |
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09/2021 | Veto a secundaria | 1,1 millones de alumnas sin clases |
12/2022 | Prohibición de universidades | Fin de carreras femeninas |
12/2022 | Veto a ONG | Paralización de proyectos sociales |
2023 | Cierre de salones de belleza | 60.000 empleos perdidos |
2024 | Prohibición de rezar en voz alta | Restricción religiosa |
2024 | Prohibición de voz femenina en público | Silenciamiento social |
2025 | Endurecimiento a trabajadoras en agencias | Reducción de servicios humanitarios |
La reacción de la comunidad internacional: ayuda sin avances visibles
La Unión Europea y EEUU insisten en que no reconocerán a los talibanes mientras no se respeten los derechos de las mujeres. Sin embargo, la estrategia de sanciones y ayudas humanitarias no ha logrado cambios sustanciales.
En 2025, 22,9 millones de personas necesitan asistencia, pero la financiación internacional se reduce año a año. La falta de coordinación y el cansancio político han debilitado la presión, dejando a las afganas atrapadas en un sistema sin salidas.
La comunidad internacional evita reconocer al régimen, pero su política no consigue devolver a las mujeres ni la escuela ni la voz
Del foco global al silencio mediático
El interés mediático internacional se disparó en 2021, pero cayó con rapidez. Cada nueva prohibición —de la universidad, del empleo o ahora de la voz— ocupó titulares unos días y después desapareció del debate.
En paralelo, Afganistán ha caído al puesto 175 de 180 en el índice de libertad de prensa, con redacciones vaciadas y periodistas acosadas. La doble invisibilidad es evidente: censura interna y olvido externo.
El apagón informativo reduce la presión internacional y normaliza la represión contra las mujeres
Un futuro condicionado
Si no se reabre el acceso a la educación, al empleo y a la libertad de expresión, Afganistán consolidará una brecha histórica. La comunidad internacional necesita condicionar cualquier diálogo a resultados verificables, reactivar programas puente y reforzar la presión diplomática.