El viaje del héroe 3.0

Economía

El viaje del héroe 3.0

Josep Lladós

Las obras de ciencia ficción proyectan también nuestros temores económicos corrientes. Cuando empieza el año es habitual mirar hacia el futuro y pensar en lo que nos va a suceder. Ya en su tiempo Shakespeare expresó en Hamlet que sabemos lo que somos, pero no lo que podemos ser. Pero aunque partamos de una cita del dramaturgo inglés, es en el género de la ciencia ficción donde mejor percibimos ese deseo de proyección hacia el futuro, en el que especulamos sobre acontecimientos que pueden llegar a suceder en función de los avances en las ciencias y la tecnología y de la evolución de nuestra organización social y política.

El abanico de escenarios posibles es enorme pues se basa en nuestra capacidad de imaginación. Pero lo más atractivo del universo de la ficción científica es que cuando se formulan dichos escenarios el ser humano proyecta una visión de sí mismo hacia el futuro.

Cerramos un año en el que celebramos la mítica fecha clave de Regreso al Futuro y el retorno de la saga galáctica con la presentación de su séptimo episodio. Desde el punto de vista científico se han analizado en ambos casos cuáles son los aciertos y errores de estas proyecciones humanas hacia el futuro y, más allá de felicitarnos de la capacidad para prever la llegada de tablets, drones, hologramas y lamentarnos de la ausencia de patines voladores, viajes estelares, velocidad hiperespacial o teletransporte, el ejercicio nos sirve para contrastar como, pese a su evolución espectacular en las décadas recientes, la ciencia y la tecnología avanzan a un ritmo inferior a nuestras expectativas.

Pero, ¿cómo se formulan las expectativas? Se trata de uno de los elementos más cruciales en la economía actual. Como actores económicos tomamos decisiones en base a lo que consideramos más probable que suceda y afectamos, con ello, la evolución de muchas variables macroeconómicas, como el consumo, la inversión, el valor de las monedas o los tipos de interés. Por ello, tiene un interés especial analizar desde la perspectiva social como se vislumbra esa proyección hacia el futuro que está implícita en las obras de ciencia ficción.

En muchas de estas obras observamos como los héroes protagonistas nacen en la esclavitud o en condiciones de pobreza y que deben superar diversas etapas en su viaje iniciático, como la llamada de la aventura, el encuentro con el mentor, la ayuda sobrenatural, la unión con aliados que se convierten en amigos, las primeras pruebas, la crisis y el aislamiento, la refundación, la gran prueba final y el regreso victorioso. Es el conocido trayecto del héroe, presente ya en numerosas leyendas y mitos ancestrales.

Pero lo que más llama la atención no es el esfuerzo titánico de superación que debe emprender quien quiera alcanzar el éxito sino el entorno en el que vive. La desigualdad social (incluso interplanetaria), los atropellos del poder político y militar, la escasez de recursos, los monopolios abusivos y el sarcasmo de comprobar como en un universo donde el progreso tecnológico ha alcanzado cotas sublimes, el ser humano continua ejerciendo muchas de las labores más penosas, peligrosas y miserables. Son lecciones económicas que nos muestran como incluso cuando la fábrica de los sueños proyecta nuestro futuro tampoco es inmune a los monstruos de nuestros terrores cotidianos.

Volvamos a Shakespeare. Escribía en la Tempestad que estamos hechos de la misma materia que los sueños. En economía no hay mejor modo para mejorar las expectativas que convencer a la sociedad que afrontaremos sin engaño alguno los problemas que más preocupan a la mayoría.

*Josep Lladós, profesor de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

Más información