¿Cóctel de Viagra, Botox y doble irlandés?

Fusiones

¿Cóctel de Viagra, Botox y doble irlandés?

Opinión de Josep Lladós

La fusión Pfizer-Allergan revela cómo las grandes multinacionales adaptan la factura fiscal a su conveniencia. Anda la Comisión Europea enfrascada en un contencioso con algunas empresas transnacionales y plataformas digitales a cuenta de sus estrategias de ahorro de impuestos, pues algunas de ellas diseñan estructuras corporativas complejas para invertir en paraísos fiscales y ahorrarse el pago de impuestos. Ardua tarea, ya que una parte creciente de los flujos de capital internacional tiene tal opacidad que en la práctica es difícil saber a quién atribuir la propiedad real de los activos financieros que se transmiten.

Doble irlandés con sándwich holandés, Cayman Especial o Sándwich chipriota no son nombres de combinados exóticos ni menús de oferta en restaurantes de comida rápida sino la denominación de rutas habituales de evasión e ingeniería fiscal.

Cuando oímos hablar de paraísos fiscales, habitualmente pensamos en destinaciones lejanas y exóticas, pero en el corazón mismo de Europa, mientras las políticas sociales palidecen, circulan flujos de capital integrados por royalties, intereses, beneficios e inversiones que pasan brevemente por empresas fiduciarias fantasma, muchas de ellas sin empleados reales y con direcciones ficticias, para desviarse posteriormente hacia paraísos fiscales.

La inversión directa exterior ha basado su expansión en dos grandes pilares: los relacionados con el mercado y los vinculados a los recursos. Las empresas aspiran a reforzar su posición competitiva mediante inversiones que mejoren su acceso a nuevos consumidores, a nuevos recursos o a nuevo talento y les propicien ganancias de productividad y eficiencia.

Recientemente hemos de considerar sin embargo un nuevo eje impulsor: la optimización fiscal. En este contexto merece ser analizada la reciente fusión entre Pfizer y Allergan, dos de los principales colosos farmacéuticos.

Lleva tiempo liderando la industria farmacéutica el ranking de las fusiones internacionales. Existen factores intrínsecos que ayudan a comprender este furor del sector por la integración entre competidores. El principal motivo procede de los elevados costes de desarrollo de nuevos productos, un proceso que exige una importante inversión en I+D. El riesgo de investigar aumenta por la demanda de productos genéricos, el brote de nuevos competidores procedentes de países emergentes y el florecimiento de productos substitutivos más económicos que aprovechan la caducidad de las patentes de los productos estrella.

Sin duda, identificar un nuevo caballo ganador es un reto complejo y económicamente oneroso. Por ello, las fusiones entre gigantes no buscan tanto la aniquilación del competidor como el acceso a gamas de productos complementarios y con un futuro prometedor. Este podría ser el caso del interés del creador de Viagra en aliarse con el productor de Botox y ampliar su presencia en el segmento de la medicina estética, la dermatología y la oftalmología.

Pero esta interpretación del diseño estratégico de la operación desmerece, pues Pfizer reconoce que planea trasladar su sede a Irlanda por motivos fiscales. Es evidente que una empresa opta por la inversión exterior cuando confía en obtener una mayor rentabilidad o proteger mejor su negocio de las embestidas de sus competidores pero parece como si los más opulentos jugasen con cartas marcadas, porque en las altas esferas de la tributación las normas del juego son muy distintas. Se han beneficiado mucho más de las ayudas públicas y ahora, sin embargo, proporcionalmente acaban tributando por beneficios mucho menos que el tendero de la esquina o el dueño de su pastelería preferida.

Y, mientras tanto, los intentos de armonización fiscal entre las economías europeas siguen durmiendo el sueño de los justos.

*Josep Lladós, profesor de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

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