La independencia del tres por ciento

Cataluña

La independencia del tres por ciento

Bajo el argumento de que España nos roba, los bolsillos se llenaban con el dinero que se usurpaba a los propios ciudadanos catalanes. Poco a poco la corrupción política que en los últimos años asoló España, igual que si se tratase de una plaga bíblica, va abriéndose en canal y poniendo al descubierto toda la actividad delictiva que implicaba junto a la identidad de sus autores, es decir, de sus delincuentes. El miércoles fue otro de esos días a recordar cuando se relate la historia, todavía no escrita quizás porque esté inconclusa, de la corrupción, algo tan nauseabundo y deleznable que acabará perpetuándose para el futuro en los anales del siglo XXI.

La Policía, siguiendo órdenes del juez, dio el golpe de gracia en Barcelona a la mafia del tres por ciento que permanecía larvada desde hace años entre la bulla independentista que está causando la Generalitat de Cataluña. El tesorero de Convergencia Democrática, el partido del Artur Mas y antes de Jordi Pujol, el tesorero del partido, digo, el escurridizo y opaco Andreu Viloca fue detenido e incorporado, por lo tanto, a la larga lista de corruptos en espera de juicio encabeza Luis Bárcenas.

Suplementar con un tres por ciento para sobornar a personalidades y testaferros pertinentes con el fin de lograr concesiones de obras o recalificaciones de terrenos era en Cataluña una perversa costumbre desde hace años, que la Generalitat encubría tras las reivindicaciones independentistas. Algunos políticos de la oposición, como Pascual Maragall en cierta ocasión, lo denunciaron en el Parlamento, y otros lo hicieron en la prensa, pero el escándalo siempre acababa bajando el tono aunque persistiendo, eso sí, en conversaciones de café siempre en voz baja.

Bajo el argumento de que España nos roba, los bolsillos se llenaban con el dinero que se usurpaba a los propios ciudadanos catalanes. Gracias a ese tres por ciento de mordida, varios políticos se enriquecieron, y no sólo políticos, también familiares de políticos como los hijos del ex Honorable Jordi Pujol, que además de trincar el dinero, enseguida lo alejaban de Cataluña, donde ni siquiera permanecía contribuyendo a mejorar la economía de la región. El propio partido, CDC, seguramente recibió su tajada porque por algo tendrán sus sedes embargadas y a su administrador detenido.

Pero la corrupción casi siempre es obra de dos o de varios y en Cataluña, como en el resto de las plazas donde también ha brillado estos años con verdadero fulgor –Valencia, Madrid, Baleares, etcétera –además de políticos, hay implicados empresarios que han buscado el atajo del soborno para competir de forma ilícita con sus colegas. En la redada de esta semana en Barcelona fueron detenidos el director general de Infraestructuras, José Antonio Rosell, y varios altos cargos de empresas metidas en el ajo. En una Catalunya independiente, argumentará Mas para tranquilidad de los suyos, esto no ocurrirá.

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