“Chiringuiteros” a la caza

Consumo

“Chiringuiteros” a la caza

Todos los días llegan denuncias y quejas de cobros abusivos que demuestran que la creencia de que los turistas son tontos sigue vigente mayormente en el Mediterráneo. Los “chiringuiteros” y algunos restauradores de mayores pretensiones parece que se han creído lo que dice Mariano Rajpy sobre la recuperación económica y están apresurándose a capitalizar en sus facturaciones todo lo que se reprimieron en estos años pasados de crisis inconclusa. Todos los días llegan denuncias y quejas de cobros abusivos, de trampitas en las cuentas y de falsedades a la hora de cobrar que demuestran que la creencia de que los turistas son tontos sigue vigente mayormente en el Mediterráneo.

Hay entre tantas quejas y denuncias algunas que si no fuesen indignantes serían pintorescas, como la de un sufrido degustador de un entrecot, bastante duro de textura por cierto, que se encontró su factura recargada cobre el precio de la carta en treinta céntimos por… servirlo muy hecho. Las trampitas juegan con el pan que no aparece en el menú y a la hora de pagar se cobra como si fuese de trufas blancas o caviar, y algunos productos frescos.

Frescos como el hostelero o supuestamente frescos como su indecencia. El pescado y el marisco son materia propiciatoria para el engaño. A menudo su precio se anuncia según mercado y eso se aprovecha para recargarlo a conveniencia del restaurante o chiringuito. En este asunto y sin que sirva de precedente, se echa de menos la etapa de Fraga Iribarne en el Ministerio de Información y Turismo cuando los abusos de esta naturaleza eran castigados a garrotazo y tente tieso.

Ahora parece que los controles son menos, las reclamaciones, papel mojado y las quejas apenas sirven como aviso al aprovechado – también hay que incluir en este grupo a algunos hoteleros de medio pelo y a dueños de pisos y apartamentos de alquiler – de que el estafado no volverá a pisar el establecimiento. Pero eso, en medio de la vorágine veraniega, a muchos desaprensivos del negocio contra el reloj les da igual. Para ellos que la imagen de España como destino turístico se deteriore, les importa un carajo mientras puedan acariciar los euros estafados.

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