Barenboim, satisfecho con su remodelada ópera de Berlín

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Barenboim, satisfecho con su remodelada ópera de Berlín

"Berlín ha ganado una nueva sala de conciertos de primera clase", se felicitó Barenboim

Daniel Barenboim

Dos días después de la inauguración con gran pompa de su remodelada Ópera Estatal de Berlín, el director musical Daniel Barenboim se mostró hoy muy satisfecho y reveló que aún tiene energía y proyectos por delante al mando de una de las orquestas alemanas de mayor tradición.

«Berlín ha ganado una nueva sala de conciertos de primera clase», se felicitó Barenboim en una charla con periodistas extranjeros en Berlín.

Tras siete años de obras, cuatro más de lo previsto, y costes que se dispararon de los 239 millones de euros (280 millones de dólares) a los 400 millones de euros, el sonido volvió a llenar la sala rococó en presencia de personalidades como la canciller Angela Merkel.

«La orquesta y el coro estamos muy contentos con la acústica. Todo suena muy bien», dijo Barenboim mientras tomaba un té cargado y afuera se abatía un temporal sobre Berlín.

El artista argentino-israelí destacó la resonancia amplificada al ser subidos los techos de la sala. «La reverberación del sonido casi se duplicó, de 0,9 a 1,6 segundos», comentó complacido.

Barenboim confesó que él hubiera preferido no mantener la forma original del auditorio de estilo prusiano, pero que hubo presión política por tratarse de uno de los pocos «tesoros históricos» de la capital. «Yo tenía otra opinión. Era una oportunidad de tener una sala moderna».

Los trabajos de remodelación obligaron a posponer dos veces la reapertura, que se concretó con motivo del día de la reunificación alemana. Sin embargo, la Staatsoper volverá en pocos días a cerrar sus puertas para realizar ajustes técnicos y retomar definitivamente la actividad en diciembre, cuando festeje sus 275 años de historia.

«La gente que trabajaba en el edificio no cumplió el plazo ni en 2013 ni en 2014 y dije que ya bastaba, que abríamos el 3 de octubre de 2017, listos o no. Porque si no, hubiera sido otro ejemplo como el del aeropuerto», dijo en alusión al aeropuerto de Berlín-Brandeburgo que debía haber sido inaugurado en 2007 y aún no ve la luz.

Barenboim se defendió de críticas a la selección de una pieza de Robert Schumann en base al «Fausto» de Goethe con la que fue celebrado el reestreno de la sala en el bulevar Unter den Linden.

«El funcionamiento técnico es tan complejo que solo pudimos entrar a finales de agosto. Hubiera sido un desastre abrir con los Maestros Cantores de Nüremberg, Fidelio, Aída u otra gran ópera», explicó.

«La idea original era encargar una ópera a (el compositor alemán) Wolfgang Rihm (…) pero desgraciadamente se puso muy enfermo. Y ya era tan tarde que no pudimos encargar otra pieza. Buscamos una obra que estuviéramos seguros de poder tocar», abundó.

«Les soy completamente franco: si la técnica hubiera fallado, hubiéramos podido tocar un versión concertante. Pero para nosotros era esencial abrir el día que anunciamos, el 3 de octubre (…) No estaba dispuesto a aceptar ningún otro aplazamiento».

Barenboim aprovechó la ocasión para pasar revista a sus más de 25 años con la Staatskappelle, una de las pocas orquestas de ópera y al mismo tiempo sinfónica, cuyo mando asumió poco después de la caída del Muro de Berlín.

«Los primeros diez años fueron muy cuesta arriba», admitió el músico. La Staatskappelle había sido históricamente la orquesta mejor pagada de Alemania. Tras caer el Muro pasó al lugar número 23.

No había director artístico ni fondos para la gran orquesta de Berlín oriental y los hilos se movían en la lejana sede de gobierno en Bonn. «Yo llegué en 1991 ignorando totalmente esto. Fue muy desalentador y no me hice solamente de amigos en esta ciudad».

Pero por encima del desafío lo cautivó el sonido de la orquesta. «Me quedé pasmado porque escuché el sonido con el que había crecido en Israel. Y por una sencilla razón: en Israel, la Filarmónica en 1953 era una orquesta centroeuropea de los años 30 porque todos los músicos eran judíos de Alemania, Austria, Polonia, Checoslovaquia y Hungría (…) Y la Staatskappelle tenía exactamente el mismo sonido porque no recibió influencias externas desde 1933».

El músico confesó que se sigue sintiendo atraído por Berlín como a su llegada en los 90. «Berlín era una ciudad exigente y lo sigue siendo en todo sentido (…) No soy alemán, pero soy berlinés», afirmó el artista nacido en Argentina.

A sus 74 años, el director vitalicio de la orquesta berlinesa dice que seguirá mientras pueda, pero ni un día más: «Siento horror de que la gente le diga a mis hijos: ‘Ayer tocó tu padre. Lo tendrías que haber escuchado hace 10 años'».

«Cuando te haces mayor, pierdes cosas y ganas otras. Pierdes la habilidad de darle energía a todo sin importarte el mañana pero consigues un cierto poder de reflexión. Mientras haya un equilibrio entre lo que pierdes y lo que ganas está bien. Pero si ese equilibrio desaparece y solo pierdes, entonces tienes que terminar», razonó Barenboim, haciendo gala de un equilibrio envidiable.

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