Rato emula a Bárcenas y se convierte en otra bomba de relojería para el PP

Chismes y apuntes

Rato emula a Bárcenas y se convierte en otra bomba de relojería para el PP

Lo aseguran los conspiradores más persistentes de la Villa y Corte: al PP le ha salido al paso una nueva amenaza, por lo menos tan peligrosa como Luis Bárcenas. Es Rodrigo Rato. Y, a diferencia de lo que ocurre con el ex tesorero del partido, quizá no sea Rajoy quién más tenga que perder con el ‘ataque’ del ex presidente de Bankia.

Lo cuentan, sin aportar prueba alguna que les respalde, en las largas sobremesas madrileñas que propician estos días las comidas y las corridas de toros de la Feria de San Isidro, algunos militantes y simpatizantes del PP madrileño, teóricos especialistas en interpretar los posos del café para explicar el futuro que le espera a una formación política conservadora que sigue descendiendo hacia el precipicio a velocidad vertiginosa.

Según este grupo de diletantes de lengua viperina, si las cosas se le complicasen más de lo debido a don Rodrigo, algo ha empezado a quedarle claro a un grupo de dirigentes populares que constituyen el corazón mismo del partido. Si el ex director gerente del FMI diera con sus huesos en la cárcel a causa de una jugarreta del destino no iría solo. Y tampoco iba a limitarse a llevarse consigo sólo a MAFO, y Julio Segura (responsables en la época de la salida a Bolsa de Bankia, del Banco de España y la CNMV, respectivamente.

No. Con ellos iría, por supuesto, algún responsable de Deloitte, y, probablemente, algún ministro del actual Gobierno y del Ejecutivo que le precedió. Al fin y al cabo, en su momento, cuando la entidad resultante de aquella desafortunada fusión de cajas de ahorro desembarcó en el parqué, nadie levantó la mano para señalar irregularidad alguna. Lo que, como mínimo, les convierte en cómplices necesarios del posible delito.

Sin embargo, el peligro no termina ahí. Existe toda una etapa anterior a ese ‘fiasco’ en la que la responsabilidad de la situación de práctica quiebra con que, por ejemplo, Caja Madrid y Bancaja llegaron al inicio del proceso, corresponde en buena medida a unos cuántos altos responsables del PP. En Madrid, en Valencia y en Génova. Hubo hasta un notorio secretario de Estado actual, el inclino Antonio Beteta, que cambió una Ley de Cajas para ‘intervenir’ más que a gusto en la entidad madrileña.

Y hubo una tal Esperanza Aguirre que, entre otras cosas, se aseguró de que sus buenos amigos empresarios recibieran en la época todo el dinero que les hizo falta sin que el Departamento de Riesgos de la caja se ganara el sueldo. Uno de ellos, por cierto, un tal Gerardo Díaz Ferrán ya se encuentra en prisión.

Por eso, los conspiradores maledicentes de los que hablábamos antes. Mil veces derrotados por la ‘lideresa’ en batallas anteriores a pesar de las malas artes que utilizan, aconsejan no perder de vista el juicio contra Miguel Blesa y Díaz Ferrán que tiene lugar a instancias del sindicato ultraderechista Manos Limpias. En esta instrucción, que sigue viva y en marcha, pueden aparecer muchos detalles jugosos de la época en que Aguirre y sus alegres muchachos mandaban en la caja.

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