Los estadounidenses creen que habrá fraude electoral

Elecciones en EEUU

Los estadounidenses creen que habrá fraude electoral

Bandera de EEUU

Una encuesta del New York Times concluye que esta campaña presidencial ha sido la más “sucia” de la historia. A tres días de las elecciones presidenciales de Estados Unidos llega el momento de pararse a observar cómo ha quedado el paisaje tras el huracán electoral que han protagonizado durante más de un año Donald Trump y Hillary Clinton. Desde que el candidato republicano venció las primarias de su partido, no ha habido una semana de descanso para ninguno de los elegibles a la presidencia, que a medida que pasaban las semanas constataban que esta carrera la ganaría quien menos perdiese.
 
El obsceno y vulgar acoso y derribo de uno, y la sensación de ‘establishment’ y oscurantismo de la otra han provocado oscilaciones pronunciadas y variables en la intención de voto a lo largo de los meses. La campaña ha resultado tan visceral y tan poco constructiva que la mayoría de los estadounidenses afirma sentirse ‘asqueado’. De hecho, a tenor de una encuesta que ha publicado el prestigioso periódico New York Times, la de Trump y Clinton ha sido la campaña presidencial más “sucia” de la historia.
 
Ocho de cada diez votantes aseguran que la carrera electoral les deja repugnados por lo vivido. De hecho, las sensaciones son tan negativas que apenas una minoría cree que las elecciones cumplirán con la higiene democrática. Solamente el 25% de los votantes de Clinton y el 2% de los de Trump confía en que no habrá fraude electoral. El resto, se abren a la posibilidad del ‘tongo’. 

El 47% de los demócratas cree que lo habrá, pero no en demasía, el 20% que será algo relativamente habitual y el 7% que habrá mucho fraude. En el lado de los republicanos los temores se disparan. El 42% cree que habrá mucho fraude, el 43% opina que “bastante” y apenas el 12% cree que no será mucho el fraude que suceda durante la jornada electoral.
 
Sin embargo, la encuesta recoge otros ejemplos ilustrativos del nivel político con el que se convive en Estados Unidos, y del que subyace una realidad: La aguda división del país.
 
Según el New York Times, el 37% de los republicanos no aceptará el resultado electoral si Donald Trump no resulta vencedor. En cambio, si el magnate venciera, el 86% de los demócratas asumiría el resultado.
 
La división de los bandos se hace más palpable en la rutina norteamericana, porque en cuanto a la cita electoral son muchos los que a esta hora no tienen decidido el voto. Las encuestas reflejan tal exigua diferencia en favor de Clinton – cercana a los dos puntos – que el resultado queda en manos de estos indecisos.
 
Una de las claves que explica la baja fidelidad es la opinión que tienen los propios votantes sobre los candidatos de ‘su’ partido. Por ejemplo, según los datos recabados por el New York Times, solamente el 39% de los republicanos considera que Trump ha sido positivo para su partido. En el bando demócrata tampoco están para echar cohetes, pues Hillary Clinton está bien vista por apenas el 46% de sus votantes.
 
¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
 
La maratoniana campaña electoral llega a su fin para el goce de la mayoría de los estadounidenses, que por prescripción médica no aguantaban una semana más de desagravios y estridencias.  Han sido más de doce meses de escándalos, acusaciones, obscenidades y secretos revelados. Ha tenido – pocos –  momentos para la esperanza, y otros – muchos – para la desazón.
 
Enumerar los escándalos en los que se ha visto envuelto Donald Trump equivale a prolongar este artículo ad infinitum. Los más destacables han ido aquellos donde se burló de los caídos en la guerra y de los veteranos, algo sagrado en el sector republicano, los comentarios misóginos y sexistas, las denuncias por acoso sexual de al menos nueve mujeres, la confesión de haber defraudado a hacienda durante 18 años, o las vergonzosas alusiones a los inmigrantes mejicanos, a quienes acusó de violadores y narcotraficantes.
 
En el caso de Hillary Clinton, los escándalos se conjugan en singular, pero ha sido de tal calibre que podría ser determinante para el resultado final de los comicios. A la candidata demócrata le acusan de haber empleado información confidencial en miles de emails personales durante los años en que fue secretaria de Estado, en lugar de la cuenta oficial para los asuntos de información clasificada.
 
Su equipo entregó algo más de 30.000 mails al FBI para la investigación y señaló que borró otros 32.000 porque supuestamente eran personales. Parecía haberse apagado el fuego, hasta que el pasado 28 de octubre, el FBI reabrió las investigaciones para determinar si los nuevos documentos que han aflorado contienen información clasificada. 

Más información