Trump rompe ¿definitivamente? con su partido

Elecciones en EEUU

Trump rompe ¿definitivamente? con su partido

Donald Trump, candidato del Partido Republicano a la presidencia de EEUU

El candidato republicano aprovecha una entrevista televisiva en la cadena emblemática de su partido para atacar a sus principales líderes Sabíamos que estábamos en una campaña poco convencional en la que el candidato republicano a la presidencia de EE.UU. y el ‘establishment’ de su partido no se miraban con especial simpatía, pero anoche pudimos presenciar un nuevo hito en un año electoral no ausente de ellos. Donald Trump declaró en una entrevista en televisión ante todo el país que las principales figuras de su partido no le representan.
 
O que él no les representa a ellos, porque ya es difícil saber dónde empieza y acaba el despropósito en que se han convertido los republicanos. Síntoma de una crisis económica cuyas consecuencias amenazan con desintegrar los sistemas políticos occidentales tal y como los conocíamos; pero también de la especial deriva seguida por el partido elefante.

Ha sido característico de estos años como las críticas a posiciones políticas fueron siendo relegadas por posiciones identitarias que, cuando menos, reflejaban una percepción muy particular del mundo. Así, por ejemplo, las críticas a Obama ya no se producían por diferencias sobre política fiscal, sino porque se cuestionaba su nacionalidad o su religión. Así las cosas, hemos llegado a un punto en el que el expresidente George H.W. Bush insinúa que votará a Hillary Clinton, esposa de quien le derrotó en el 92, antes que al candidato del partido por el que fue presidente.       

Y nadie ha representado mejor esa deriva de los republicano durante estos años que Donald Trump y la cadena Fox. Así que, después de todo, resulta lógico que fuese a través de una conjunción entre ambos elementos donde se presenciase en vivo y en directo la implosión del Gran Viejo Partido.

Anoche. Fox News. Programa de Bill O’Reilly. Donald Trump: «No me importa el apoyo de Paul Ryan. Lo que quiero hacer es ganar para la gente. No quiero su apoyo».

Es decir, ya no sólo es que el candidato republicano ni quiera ni le preocupe el apoyo del principal representante electo de su partido, sino que sitúa en clara contraposición al presidente de la Cámara de Representantes con los intereses de su electorado. Una apuesta a tumba abierta por el mensaje ‘anti-establishment’ que le llevó a ganar las primarias.

Una apuesta que también casi seguro le impedirá ir más allá del apoyo de los más radicalizados, pero que seguro que le reafirmará entre estos. A priori, insuficientes para la victoria final en un sistema bipartidista, pero Trump parece apostar una vez más, y más convencido que nunca, por que si se tiene que hundir, lo hará arrastrando con él a todo cuanto pueda.     

O sobre todo a todos quienes pueda y especialmente a quienes sienten que le han traicionado. El propio Trump parece haber empezado a interiorizar que su hundimiento no tendría marcha atrás ya que anoche también acuso al liderazgo de su partido de acabar con su campaña.

Y ya se sabe que después de la negación llega la ira. Así, las declaraciones de Trump en televisión vinieron precedidas de una serie de estallidos en Twitter en los que ya arremetió contra algunas de las figuras más significativas del partido del elefante.

Primero, comenzó por el propio Paul Ryan al que definió como «ineficiente» y «muy débil»; para terminar por el senador John McCain al que acusó de traicionarle después de suplicarle su apoyo. Además, le acusó poco sutilmente de hipocresía al caracterizar al que también fue candidato a presidente, en 2008, como «muy malhablado» y resaltar que su ‘traición’ ha llegado precisamente después de la filtración de las ya archiconocidas declaraciones machistas de Trump.

Entremedias, el neoyorquino también definió a sus compañeros republicanos como «más complicados y desleales» que su, en teoría, principal rival: la candidata demócrata, Hillarry Clinton. De esta forma, Trump acabó presentando la situación casi como una liberación, ya que, ahora, por fin sin el lastre de las cadenas de la lealtad partidaria, «podrá luchar por América a su manera» y «enseñarles a ganar».

Este nuevo estallido podría provocar recíprocamente la ruptura definitiva del ‘establishment’ de partido con Trump. Así, conviene preciar que, aunque Ryan manifestó tras la filtración de las declaraciones de Trump que no defenderá la campaña del neoyorquino y aconsejó a sus compañeros de partido que se centrasen en su propia carrera a la reelección en las cámaras legislativas; por el momento, aún no ha retirado su intención de votar por él.

Pero, si en sociología electoral se suele decir que no hay nada más dañino para un partido que mostrar sus diferencias en público; dentro del desastre, el mayor mal para los republicanos podría venir ahora por no romper definitivamente con Trump. Y es que apoyar a éste significa estar dispuesto a asumir tal grado de barbaridades que el congresista republicano Blake Farenthold incluso declaró ayer que si el magnate neoyorquino hubiese declarado que le gustaba violar a mujeres, todavía tendría que pensarse el retirar su apoyo.  

Así las cosas, después de todo, quizá quien mejor esté sabiendo leer hasta donde puede forzar la máquina sea el propio Trump. Preguntado anoche por O’Reilley sobre si cree que, después de todo esto, podría contar con el apoyo de ‘su partido’ en las cámaras legislativas, el neoyorquino respondió: «Todos estarán ahí… Para ser honesto, Bill, me llevo bien con la gente».  

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