¿Fue Clinton la verdadera ganadora de las primarias de Indiana?

Primarias EEUU

¿Fue Clinton la verdadera ganadora de las primarias de Indiana?

Hillary Clinton, candidata del partido Demócrata en las primarias de EEUU

Pese a su derrota, la exsecretaria de Estado ha demostrado ir dos jugadas por delante de sus rivales en la partida de ajedrez por la Presidencia Aparentemente, las primarias que tuvieron lugar el martes en Indiana fueron un nuevo pequeño paso atrás para Hillary Clinton. No en vano, pese a partir como favorita según las encuestas, la exsecretaria de Estado no logró imponerse al senador por Vermont que consiguió el 52,5% de los votos frente al 47,5% de su rival.

Además, en el lado republicano, tras la victoria de Trump en este Estado del medioeste estadounidense, que dejaban prácticamente sellada su nominación, sus rivales, John Kasich y Ted Cruz, se han retirado de la carrera por la nominación. De esta forma el multimillonario magnate podrá centrarse ya en la carrera presidencial, mientras Clinton aún debería dedicar tiempo, energías y, sobre todo, fondos al enfrentamiento con Sanders.

Pero lo cierto es que, como ya se sabe, las apariencias engañan. La realidad es que Clinton parece haber aprendido de los errores de su primer intento por llegar a la Presidencia en 2008 cuando una mala gestión de las expectativas, y recursos, fue uno de los motivos que la llevaron a perder la nominación frente a Barack Obama.

En aquel entonces, la que luego sería secretaria de Estado, no estaba preparada para afrontar una dura y larga contienda de primarias y su campaña acuso la falta de planificación. Justo lo contrario de lo que está sucediendo en esta ocasión.

De esta forma, una vez acumulada una ventaja en delegados que convierte prácticamente en inviable una remontada de Sanders, Clinton ya se reserva para la campaña presidencial. De hecho, la exsecretaria de Estado, según ha informado Politico, ya habría empezado a contratar a personal para la campaña presidencial en los Estados clave como Ohio o Florida.

Por el contrario, no habría invertido ni un sólo dólar en la campaña de primarias de Indiana.

Un factor que, junto a la demografía, explica los resultados de este Estado y es que, como decíamos esta semana, Clinton tiende a acusar en forma de resultados por debajo de las expectativas esos momentos en los que decae la tensión de su campaña. Pero dada su enorme ventaja en delegados, incluso este podría ser un factor a favor de la exsecretaria de Estado.

El motivo es que, dado el sistema proporcional de reparto de delegados entre los demócratas, mientas las diferencias sean pequeñas a efectos de lograr la nominación realmente no importa quién gane o pierda cada Estado. Sin embargo, esto permitirá a Sanders continuar la contienda hasta California, como ha prometido que haría, manteniendo el entusiasmo de sus seguidores.

Es decir, después de las habituales tensiones de toda campaña, aunque desde luego no han tenido nada que ver con las de los republicanos, estas semanas podría servir para ir preparando el terreno para que los seguidores del senador por Vermont vayan aceptando lo que, en realidad, saben que es inevitable sin caer en una excesiva frustración. Esta es al menos la opinión del analista Al Giordano.

En este sentido, que Trump haya cerrado la nominación después de la retirada de sus rivales puede ser incluso positivo para Clinton. En primer lugar, porque la contienda de precisamente 2008, en la que McCain se aseguró su nominación mucho antes que Barack Obama, demostró que ese factor no resulta decisivo.

Pero sobre todo por el carácter divisivo y confrontacional de Trump. Así las declaraciones del neoyorquino son el mejor antídoto para la falta de entusiasmo que despierta Clinton entre parte de las bases demócratas.

Resulta difícil imaginar un mejor pegamento para los demócratas que tener a un rival de estas características. Y, quizá no sólo entre los partidarios del partido del burro, ya que primeras espadas republicanas, como Paul Ryan, están manifestando su reticencia a apoyar a Trump o incluso su disposición a votar a Clinton.

Es más, incluso en lo que quizá fue una pequeña traición del subconsciente, al propio Trump se le escapó en un mitin que «Clinton será una terrible presidente». «Será», no sería.

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