La UE transfiere más fondos a terceros países que a sus propios Estados miembros

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La UE transfiere más fondos a terceros países que a sus propios Estados miembros

Sede de la Comisión Europea

Según un estudio publicado hoy, los países miembros de la Eurozona prácticamente no recibirían nada a través de estas transferencias La Dirección General de Economía y Finazas (DG Ecfin) de la Comisión Europea ha publicado hoy, bajo el título “Cross-border flows operated through the EU budget: an overview”, que analiza los balanzas fiscales entre los países miembros de la UE, cuyas conclusiones ponen en tela de juicio la tan cacareada solidaridad europea.

A lo largo del informe, el analista económico del ejecutivo comunitario, Pasquale D’Apice, analiza como tan sólo una cuarta parte del presupuesto de la Unión Europea, que a su vez es tan sólo de un 1% del PIB comunitario, acaba fluyendo de unos países miembro a otros. Una cifra que, además, sería prácticamente nula en el caso de los países miembros de la Eurozona.

Así, la distribución entre aquellos países menos desarrollados dentro de la Unión no sería en absoluto simétrica. Por un lado, los flujos netos resultan significativos para los principales beneficiarios de los Fondos de Cohesión europea que recibirían cifras equivalentes a entre un 1% y un 4% de su PIB. Se beneficiarían así de que, en sus distintas modalidades, estos Fondos representan hasta un tercio del presupuesto anual de la UE.

Un panorama radicalmente diferente para aquellos países que sin haber alcanzado el grado de desarrollo suficiente para convertirse en contribuyentes netos, no se benefician tampoco de la mayoría de dichas partidas. Es decir, fundamentalmente tan sólo tendrían acceso a los otros dos tercios del presupuesto, que corresponden a partidas como la política agraria, programas de investigación o política exterior. Unas partidas que a la hora de redistribuir recursos, no tienen “relevancia macroeconómica”, según indica el estudio publicado hoy.

De esta forma, los flujos fiscales en la Unión Europea para estos países serían mucho más bajos de lo que les correspondería de ese 0,25% del PIB de la UE. Una cifra que ya supone que después de cada euro que los países contribuyentes netos aportan al presupuesto europeo, 0,75 céntimos regresan a estos mismos países y tan sólo 0,25 permanecen en terceros países.

Y es que si hablamos tan sólo a los países miembros del euro, el estudio señala que la cifra final vía transferencias que pueden llegar a recibir del presupuesto comunitario es cercana a cero.

Para poner estas cifras en su contexto, el propio informe señala que las transferencias que los países de la Unión Europea realizan al resto del mundo como “Ayuda Oficial al Desarrollo” alcanzan un 0,5% del PIB de la Unión Europea. Es decir, una cifra que, pese a considerarse baja –recordemos el objetivo declarado del 0,7%-, como estamos viendo sería del doble que el total de las transferencias que los países de la Unión Europea se realizan unos a otros.

Pero el contraste es aún mayor si la comparativa se realiza con lo que sucede entre los diferentes estados de EEUU. Así, si en épocas de bonanza económica, los fondos recibidos por los beneficiarios netos de este país ya son mucho más grandes; según apunta el propio estudio, son “incomparablemente más largos” en épocas de crisis. En concreto, hablamos de un 1,5% del PIB y de hasta un 9%, respectivamente.

Una circunstancia que, en parte, se explica por el mayor tamaño del presupuesto federal estadounidense. Pero sobre todo debido a que estas transferencias se realizan, en su mayor parte, automáticamente y casi “de forma invisible” a través del sistema federal de impuestos. Además, durante el periodo posterior a la crisis financiera estas transferencias netas fueron financiadas en su totalidad a través de préstamos realizados a nivel federal.

Es decir, unas diferencias sustanciales tanto con el presupuesto comunitario, que proviene fundamentalmente de recursos nacionales, como con la forma de proceder, ya que en este último caso los recursos se suelen destinar “país por país” después de “periódicas e intensas negociaciones intergubernamentales”.

En definitiva, el estudio apunta a las deficiencias e inconclusión del proceso de unión económica, monetaria y política de la UE. Así, otro ejemplo señalado a lo largo del mismo, sería que, al contrario en EEUU, no se obtiene una parte significativa del presupuesto de la relación fiscal directa entre los ciudadanos y la entidad que recauda y gestiona dichos impuestos con independencia de en qué estado resida el ciudadano.

De esta forma, no existe una conciencia común de dicho presupuesto y se incentiva que conceptos envenenados resurjan constantemente en las negociaciones presupuestarias europeas, que se beneficiarían de una perspectiva más amplia, tanto de los intereses compartidos como de la verdadera situación. Y es que, como concluye el estudio, contrariamente a la percepción popular, los flujos financieros entre los diferentes estados de la UE son muy pequeños tanto en términos absolutos como relativos.

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