Innumerables son los ejemplos en la prensa y hasta en el desaparecido teatro bufo. Una de ellas ocurrió con Mario García Menocal, presidente en dos mandatos (1913-1921), que recibió del rey español Alfonso XIII, un hermoso caballo de pura raza. Y ahí estaba, al instante, la guarachita que decía:
El Rey de España mandó un mensaje/ El Rey de España mandó un mensaje/ Diciéndole a Menocal/ Diciéndole a Menocal/ Devuélveme mi caballo que tu no sabes montar…
Hace unos meses, a raíz del grave problema en la alimentación, una renombrada personalidad militar expuso ante el parlamento las ventajas de la cría y consumo de la carne de avestruz por encima de cualquier otro tipo tradicionalmente utilizada. Ipso facto comenzó el relajo de carácter nacional e internacional hasta que otros sucesos del día a día lo desplazaron en las redes sociales. No estuvo el avestruz mucho tiempo “en cartelera”.
Pues resulta que este domingo apareció en carta menú el bípedo australiano en una playa de la capital. Debo confesar que debí acudir a los especialistas foráneos. Efectivamente, existe el filete. Luego, las virtudes de su carne. Y más tarde, ¡oh sorpresa!, su precio, que puede alcanzar los 50 euros el kilo. Pues ahí estaba, pieza de 520 gramos por 1.500 pesos cubanos o lo que es igual, poco menos de siete euros o dólares en el mercado informal.
Hablé con el chef. Fue rotundo:
-Nadie lo pide. Ni los italianos, alemanes o españoles aquí presentes. Mucho menos los cubanos, que se van por el cerdo.
La fuerza de la costumbre, las tradiciones. Ni más ni menos. Otra guarachita que bien pudiera cantarse con el Rey de Australia, mandó un avestruz/ el Rey de Australia…
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¡Y apareció el avestruz!