La Habana
Ya comenzaron a llegar los primeros aires de la tormenta. Hay que estar ciego, sordo y con la cabeza llena de culebrones turcos, para no percatarse del daño. Usted indaga por un electricista, un carpintero, un mecánico, un especialista médico y hasta por un payaso de cumpleaños y le responden que puso pies en polvorosa o acuden a la frasecita de moda: “Se fue a visitar los volcanes”.
Un problema con tan fácil como difícil solución. Y no es adivinanza ni trabalenguas. La atractiva canciller panameña en la pasada Cumbre del G 77 más los chinos fue muy clara en la solicitud hacia los países emisores de multitudes. Poco le faltó por decir que a ver si nos ayudan un poco y les propician motivaciones a los jóvenes para no abandonar la tierra natal.
Y esa es la clave. El descubrimiento del agua tibia. Motivación, que no precisa ser importada y sí mucha audacia. Hay indicios con la iniciativa privada y cooperativista porque en la estatal reina vacía la alcancía monetaria y abunda la burocracia con diversos apellidos.
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