Embajada de España en Cuba
No hay ningún misterio en el asunto: Casi todas, excepto España, tienen sus consulados y embajadas en el municipio. A menos de 500 metros de nuestras oficinas, se encuentran la de Guinea Ecuatorial, Angola, Perú, Bélgica, Italia, Colombia, México, Santa Sede, Panamá, Congo y un poco más, perfectamente caminables, Nicaragua, Guatemala y Canadá. Otras, ni vale la pena mencionarlas porque de momento allí no hay nada que buscar. Es más, hasta carecen de servicios especiales de protección. Santa Lucía, para no ir muy lejos.
Ha sido un avispado vecino, con autorización para rentar desde una habitación hasta el inmueble completo, quien ha bautizado este indetenible frenesí viajero como “turismo de embajadas”. Nuestro hombre no se queja para nada. No le faltan clientes. Es más, tiene que descartar.
Hay que reconocer, además, que en el entorno se encuentran también lujosos apartamentos y suntuosas residencias rentadas esta vez por diplomáticos y empresarios extranjeros con intereses en la denominada Zona Especial de Desarrollo del Mariel a unos 50 km al oeste.
No obstante, el grueso de visitantes nacionales supera con creces a este anterior sector porque proceden de toda la isla y a un ritmo sorprendente.
A falta de una fuente fiable o de quién lo sabe y no desea decirlo, resulta imposible cuantificar la cantidad de cubanos que visitan estos sitios al igual que la cifra que logra salir con intenciones de instalarse en otros países principalmente en EEUU. Dentro de ese gran territorio, Miami.
Esta avalancha, que según algunos está superando a la ocurrida en 1980 con el éxodo por El Mariel calculada en más de 100.000 personas, está provocando en ocasiones algún que otro disturbio de multitudes ante las sedes diplomáticas. Ahí están los ejemplos de Nicaragua, Colombia, Perú y Panamá.
Frecuentar estos lugares será necesario para afirmar que la inmensa mayoría son jóvenes entre los 20 y 30 años de edad. Entre ellos, no faltarán quienes lo han vendido absolutamente todo.
Farándula, una pieza teatral en sus últimas presentaciones en La Habana, no omite de su repaso la actual situación. Un actor, conversa con otros dos que de repente abandonan la escena. Quien permanece sobre las tablas se dirige entonces al público y le expresa algo así como: “Me he quedado solo. Todos se han ido”. Los espectadores estallan en risas tragicómicas que estremecen paredes en el cine La Rampa.
Imposible tapar el sol con un sermón de barricada. La isla envejece a toda velocidad también por el juvenil éxodo mientras que otros hacen sus zafras a golpe del “turismo de embajadas”. Hasta cuándo es la pregunta sin respuesta que nos hacemos los que apostamos a mantener encendido el faro del Morro.
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Turismo de embajada
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