Texto introductorio: Las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China atraviesan uno de sus momentos más tensos desde el inicio de la denominada guerra comercial iniciada por la administración Trump.
Sin embargo, el mandatario estadounidense se muestra optimista respecto a un inminente acuerdo con Pekín. A pesar de los obstáculos, ambos gobiernos mantienen canales de comunicación abiertos, mientras las consecuencias de las tarifas arancelarias impactan en el comercio global.
Durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump afirmó que un pacto con China podría concretarse “en las próximas tres o cuatro semanas”.
Aunque no ofreció detalles específicos, insistió en que el acuerdo podría ser “muy bueno” para EEUU, restando importancia a las consecuencias que las medidas arancelarias puedan tener sobre las relaciones con otros países.
«Pensaría en las próximas tres o cuatro semanas, creo que tal vez todo podría concluirse», dijo el mandatario
Además, Trump se mostró despreocupado ante el posible acercamiento de sus aliados a Pekín como respuesta a las medidas proteccionistas de Washington. Su mensaje fue claro: la prioridad es asegurar un buen acuerdo para EEUU, incluso si ello conlleva tensiones diplomáticas.
Desde Pekín, la portavoz del Ministerio de Comercio chino, He Yongqian, respondió asegurando que su país está dispuesto a mantener el diálogo, pero subrayó que este debe basarse en el respeto mutuo y la igualdad. En su declaración, criticó con firmeza las tácticas de presión empleadas por Washington:
“Pedimos a EEUU que cese de inmediato las amenazas y el chantaje y resuelva las diferencias existentes a través de un diálogo igualitario”, sostuvo la portavoz
He también respondió a las palabras de Trump, quien afirmó que “la pelota está ahora en la cancha de China”, recordando que fue Washington quien inició la escalada arancelaria y que, por tanto, debe asumir la responsabilidad de revertirla.
El conflicto comercial entre EEUU y China se intensificó con la decisión de la administración Trump de imponer un arancel base del 10% a todos los productos importados desde el 5 de abril, con exenciones específicas. Además, estaba previsto un aumento de impuestos a productos de 57 países con déficit comercial con EEUU, aunque posteriormente se anunció una pausa de 90 días, con la excepción de China.
La guerra comercial alcanzó su punto álgido con el incremento del 34% de los aranceles a productos chinos, lo que elevó las tasas totales al 145% por parte de EEUU. Pekín respondió de forma recíproca, imponiendo tarifas de hasta 125% a las importaciones estadounidenses.
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