Señor presidente electo de Brasil, su victoria, tras una campaña dominada por la desinformación, por las amenazas y por la extrema polarización, augura un alineamiento con los ultras que se van imponiendo tanto en Washington como en algunos países de Europa.
Sus primeras palabras anunciando el inicio de una nueva era preocupan por la deriva invasiva y contraria a la división de poderes, característica irrenunciable de los regímenes democráticos, a que pueda conducir. Ojalá el triunfo no sea el don de la ebriedad sino el comienzo de la moderación y de la magnanimidad. Veremos.
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