Admirada activista, líder del Movimiento Juventud por el Clima, a sus dieciséis años, sin bienes de fortuna, ni ayudas de grandes multinacionales, ni crowdfunding a su favor, como el Niño Jesús entre los doctores en la escena descrita por el evangelio de San Lucas, la hemos visto arrasar en la cumbre del Cambio Climático celebrada estos días en Madrid.
Su conducta queda al alcance de privilegiados. No podría servir de norma universal, conforme al imperativo categórico kantiano. En India se hablaba de “la fortuna que costaba mantener a Ghandi pobre”.
Con Greta, sucede lo mismo.
Acceda a la versión completa del contenido
Telegrama para Greta Thunberg
El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, ha confirmado desde Kuala Lumpur que el pacto…
Esta masiva movilización evidencia el hartazgo de cientos de mujeres que reclaman que los compromisos…
La banca estadounidense mantiene un balance sólido, con niveles de capital y liquidez por encima…
Desde la primavera, Washington opera con un armazón dual: un arancel recíproco por país (con…
El control de las tierras raras marca hoy la frontera entre autonomía y dependencia tecnológica.…
Connolly, abogada de 68 años y exalcaldesa de Galway, ha prometido ser la presidenta de…