Imagen de archivo de una protesta en Tel Aviv para exigir la liberación de los rehenes (Foto: Europa Press/Contacto/Jamal Awad)
La presión social en Israel ha alcanzado un punto crítico. La huelga nacional, acompañada de disturbios y marchas multitudinarias, busca frenar la estrategia de Netanyahu, que insiste en mantener su plan militar a pesar de las advertencias de que podría suponer la sentencia de muerte de los rehenes. En paralelo, la ONU advierte que la ofensiva sobre Gaza podría provocar una nueva “calamidad humanitaria” en la Franja.
Desde primera hora, las calles de Tel Aviv fueron escenario de enfrentamientos con la Policía, que se saldaron con decenas de detenidos. En este clima, Netanyahu reafirmó que no suspenderá “bajo ningún concepto” la operación militar aprobada por el Gabinete de Seguridad.
Más de un millón de israelíes salieron a las calles para exigir que la vida de los rehenes se anteponga a los planes de Netanyahu
La oposición, encabezada por Yair Lapid, y las familias de los secuestrados, acusan al primer ministro de sacrificar la vida de los 20 rehenes que se cree siguen con vida en manos de Hamás. La huelga, secundada por universidades y decenas de organizaciones, refuerza la percepción de un país fracturado y en plena tensión política.
El Foro de las Familias de Rehenes, principal organizador de la protesta, asegura que la cifra real de asistentes llegó al medio millón en Tel Aviv y al millón en todo el país, aunque las autoridades no han confirmado este dato.
Las manifestaciones se extendieron hasta la sede del Likud, el partido de Netanyahu, donde centenares de personas levantaron una hoguera y se enfrentaron a las fuerzas de seguridad.
El proyecto militar de Israel, denominado “Operación Carros de Gedeón”, tiene como objetivo capturar la ciudad de Gaza y los campos de refugiados centrales, considerados los últimos bastiones de Hamás. Según fuentes militares, la ofensiva podría derivar en el control total de la Franja de Gaza, lo que implicaría el desplazamiento forzoso de hasta un millón de palestinos hacia el sur.
La ONU advirtió esta semana en el Consejo de Seguridad de que el plan podría provocar una nueva “catástrofe humanitaria”, en un territorio ya devastado por meses de combates y desplazamientos masivos.
“Pronto pasaremos a la siguiente fase en la que intensificaremos los ataques hasta la derrota definitiva de Hamás”, declaró el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Eyal Zamir, quien aseguró que las tropas emplearán toda su capacidad en tierra, aire y mar.
Pese al mensaje oficial, los medios israelíes destacan que Zamir y otros altos mandos habrían expresado reservas sobre la ofensiva, preocupados por el desgaste de las tropas tras meses de combates continuos.
Israel encara así una de sus fases más delicadas del conflicto: entre la presión internacional, las advertencias humanitarias y una fractura interna cada vez más evidente.
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