Explora el crecimiento de los deportes digitales y su impacto en las apuestas. Una nueva era de entretenimiento.
Hoy en el mundo existen versiones virtuales de amigos fallecidos, tutores de idiomas impulsados por IA, redes sociales, recorridos digitales por propiedades en venta e incluso probadores de zapatos en línea. Esta inmediatez y accesibilidad responden a la necesidad constante de contenido y a la impaciencia creciente de las personas, como en los deportes digitales. Incluso plataformas como Odds96 ya han integrado estas experiencias virtuales, permitiendo a los usuarios apostar en simulaciones tan realistas que casi parecen eventos en vivo.
Los deportes virtuales cobraron fuerza durante la pandemia de COVID-19, cuando se suspendieron muchos eventos en vivo. Estas simulaciones buscan parecer lo más realistas posibles, replicando la estructura, las reglas y los efectos visuales de los deportes tradicionales de cualquier tipo. Estas simulaciones buscan parecer lo más realistas posible, replicando la estructura, las reglas y los efectos visuales de los deportes tradicionales.
Un generador de números aleatorios crea números que determinan a los ganadores con antelación, garantizando que cada evento sea impredecible.
A diferencia de los deportes reales, donde suelen ser más estratégicos y los jugadores deben rendir físicamente, los entrenadores pasan días ideando un plan de juego específico y, cuando finalmente llega el momento del partido, el equipo lo ejecuta. A la gente le encanta apostar en sus deportes favoritos, debido a que ofrecen acción; no hay lesiones ni pausas. Pero, ¿qué pasa cuando el partido termina y un aficionado no tiene nada que hacer más que volver a su rutina diaria?
Algunos aficionados tienen que aguantar que la temporada de su equipo termine antes de tiempo si no llegan a los playoffs. Otros se aburren el resto del día. Y, tarde o temprano, la temporada siempre termina y un aficionado tiene que esperar varios meses para que vuelva a empezar. Algunos espectadores simplemente se pierden muchos partidos, incluso cuando están en directo. Otros simplemente prefieren las apuestas directas a los deportes.
En los deportes virtuales no existen retrasos, cancelaciones ni interrupciones, ya que miles de partidos se ganan y pierden cada día. Sin embargo, los jugadores reales compiten en simulaciones una y otra vez, a veces con jugadores ficticios. Estos juegos tienen aspectos fascinantes que realmente atraen a los apostadores, cuanto más se asemejan a la realidad. Por ejemplo, algunos equipos simplemente se enfrentan mejor a otros, como demuestra el historial de enfrentamientos directos. Los deportes virtuales pueden reflejar esto, lo que realmente inspira a la gente a demostrar su ingenio.
Además, los comentarios «en vivo» simulados logran una inmersión tal que muchos espectadores apenas notan la diferencia. En algunos países de Europa y Latinoamérica, los deportes virtuales representan actualmente entre el 10 % y el 20 % del volumen total de apuestas, especialmente en España, Italia y Brasil. Estos juegos se pueden jugar en tan solo unos minutos, sin interrupciones publicitarias, que suelen durar más que la propia partida en los deportes tradicionales.
Los deportes virtuales tampoco requieren conocimientos deportivos profundos ni estadísticas complejas. Y lo que es más importante, existe una enorme diversidad de opciones. Se puede alternar entre partidos de fútbol, carreras de caballos y eventos de boxeo.
Aun con su rápido crecimiento, los deportes virtuales difícilmente superarán a los deportes tradicionales en el corto plazo. Ver deportes es un pasatiempo fantástico que atrae a ciudades y países enteros a ver un partido a la vez. La gente suele ver a estos equipos desde la infancia y, por lo tanto, se siente atraída por ellos. Se siente parte de una comunidad nacional al animarlos, y el entretenimiento de ver a atletas reales de talla mundial es inmenso. Apostar por ellos intensifica aún más esa conexión.
El mayor desafío de los deportes virtuales es su falta de autenticidad. Los deportes reales ofrecen un drama humano impredecible que conecta con los aficionados, incluso con aquellos que no entienden el deporte pero solo están ahí para disfrutar. Los deportes virtuales no pueden replicar la tensión de un Mundial ni el orgullo de ver ganar a un equipo local. Los aficionados disfrutan de la experiencia social de ver partidos en bares, mientras que los deportes virtuales son solitarios y transaccionales; se desarrollan en privado.
Otro punto débil es la transparencia. Los generadores de RNG no son completamente aleatorios, en realidad. De hecho, la mayoría de ellos dependen de una entrada física, ya que el software suele generar los mismos números una y otra vez, y lo que emite como número nunca es tan aleatorio como un evento físico real. Los RNG también son conocidos por sus estafas, ya que existen trabajos internos y programación en el juego para engañar a los apostadores, a pesar de que la corrupción también es común en los deportes tradicionales.
Las ligas, equipos, patrocinadores y medios de comunicación invierten miles de millones de euros en mantener la participación de los aficionados, los derechos de retransmisión y las promociones cruzadas con las casas de apuestas. Estas colaboraciones siguen siendo el eje central de la actividad global de apuestas, especialmente durante los grandes torneos. Es este tipo de promoción el que realmente distingue a una casa de apuestas de las demás.
Los Gobiernos pueden impedirlos
Las apuestas deportivas tradicionales son mucho más conocidas por los gobiernos, mientras que los deportes virtuales aún ocupan zonas grises en cuanto a su legalidad. De hecho, las apuestas han sido mucho más toleradas que los juegos de azar, en gran parte debido a que estos partidos no se celebran con frecuencia y no fomentan las apuestas compulsivas. Las apuestas virtuales se parecen mucho más a las tragamonedas y a las apuestas de casino en ese sentido. Por lo tanto, podrían no ser consideradas permisivas.
Los deportes virtuales atraen más a los jóvenes y a los aficionados a los videojuegos, pero no a todos los públicos. Las generaciones mayores suelen preferir el deporte en vivo y la televisión tradicional. A medida que los jóvenes crezcan, es probable que los deportes virtuales ganen espacio, aunque seguirán siendo un complemento, no un reemplazo. Se necesitaría alguien más reservado e introvertido para evitar la cohesión comunitaria de los juegos en vivo.
El hecho de que a los jugadores más jóvenes les guste sugiere que los deportes virtuales seguirán ganando terreno a los tradicionales. Sin embargo, su éxito no radica en reemplazar a los deportes reales, sino en coexistir con ellos.
Las emociones humanas, la autenticidad y la tradición seguirán siendo el corazón del deporte, pero las simulaciones digitales ofrecen un nuevo escenario donde la acción nunca se detiene.
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¿Son los deportes digitales el futuro de las apuestas?
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