Categorías: Opinión

Provocaciones

Muchos líderes independentistas catalanes es evidente que no quieren el entendimiento siempre deseable ni a la búsqueda de la solución, tras el fracaso del “procés” que intentaron, que el pragmatismo parece aconsejar a todas las partes. Y más después de que todos los imputados por la violación de las leyes, políticos presos y políticos evadidos, han renunciado a defender sus actuaciones y, en cambio, han optado por reconocer sus errores y ensoñaciones. El propio Artur Mas, padre de la iniciativa, se desdijo de sus propias actuaciones y manifestó a quien quiso escucharlo que el referéndum ilegal de octubre montado por el escaqueado Puigdemont había sido un error.

Sin embargo, otros, como el recién ascendido a presidente del Parlament, Roger Torrent, o la mercurial colaboracionista del secesionismo alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, lejos de ayudar a buscar salidas al conflicto, siguen empeñados en mantenerlo activo a pesar de que saben, o deberían saber, que a quienes realmente perjudica esta situación es a quienes les votaron: los catalanes en general y los barceloneses en particular. La provocación verbal es su instrumento en el propósito de mantener la tensión. Lo demostró días atrás Torrent en su ofensa a los representantes de la Administración de Justicia presentes.

Y lo acaban de revelar una vez más los dos, Torrent y Colau, encabezando una actitud de pésima educación, de no saber estar y de empañar un evento – el MWC – de gran importancia para la ciudad, escenificando de forma burda su negativa a participar en la recepción oficial al Rey que acudía a presidir la inauguración y a contribuir con su presencia a darle el relieve que merece. No pasa nada porque no hayan asistido: Felipe VI ya ha demostrado que sabe comportarse en cada situación, mantener la dignidad de su cargo en todo momento y representar a la inmensa mayor parte de los españoles – incluidos los catalanes – con dignidad y respeto. Quienes le negaron el saludo con su ausencia, por el contrario, no supieron ni quisieron estar a esa altura.

Como contrapartida, su gesto ha dejado en la opinión pública algunas impresiones: la primera, que las ideas de ambos – y lo mismo de algunos altos cargos de la Generalitat que les secundaron – son respetables, el Rey siempre lo ha hecho, pero su forma de ejercer la representación que ostentan, no. Colau no se comporta como alcaldesa de los barceloneses sino de una parte, y Torrent no representa al Parlamento elegido por todos los catalanes, sino sólo a los diputados de su partido y aliados. La segunda conclusión es que la provocación de ambos no es al Rey ni al Gobierno, es extensible al resto de los españoles. Aparte que actitudes así no contribuyen a que se levante pronto – como muchos deseamos – el Artículo 155, ni tan siquiera que el MWC cobre todo su importancia potencial ni afiance su sede en Barcelona.

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Provocaciones

Diego Carcedo

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