En la prisión de Guantánamo, donde sobreviven los presos de Al Qaeda, verdaderos o supuestos, el principal instrumento de tortura es el rock duro. En la prisión norteamericana de Guantánamo, donde sobreviven los presos de Al Qaeda, verdaderos o supuestos, da lo mismo, el principal instrumento de tortura es el rock duro. Hace tanto daño como los castigos físicos pero tiene la ventaja de que no deja huellas en la piel. Los presos lo sufren en sus meninges pero los forenses que revisan su estado de salud, ni lo notan. Hasta los vigilantes de los derechos humanos no se daban por enterados de que en aquellas celdas nada se vuelve más lacerante que la música estrepitosa y reincidente.
Han sido los padres de la criatura, los autores e intérpretes de las piezas torturadoras, los que se han enterado de que sus creaciones, compuestas y tocadas para divertir, se utilizan en Guantánamo para enloquecer y demoler las conciencias. Y, además, con la alevosía de que el Pentágono usa los discos sin autorización y… sin pagar derechos de autor. ¡Habrase visto, coño!, debieron exclamar al unísono los miembros de la banda de Vancouver Skinny Puppy, la más escuchada y aplaudida en Canadá y, por lo que ha trascendido en la prisión de la base.
Para empezar, a los miembros de Skinny Puppy no les gusta que su música sea utilizada ni como castigo ni como forma de presión; en segundo lugar, les crispa que los militares norteamericanos se hayan apropiado de ella para fines tan inconfesables, y por último, les indigna, y la cosa no es para menos, que la estén pirateando sin molestarse a declararlo a la sociedad de autores correspondiente. Han hecho cálculos, difíciles supongo, pero con resultados contundentes: el Departamento de Defensa les debe 666.000 dólares, un pastón.
Uno de estos días sus abogados presentarán la correspondiente reclamación en el Pentágono donde la esperan mirando para otra parte. Practicar el terrorismo está mal, pero torturar a base de rock duro, tampoco es inocuo. Y hacerlo por la cara, sin molestarse en pasar por caja, tampoco es de recibo. Estados Unidos es una gran potencia militar y económica y esas cosas, entienden los enfadados rockeros canadienses, además de no hacerlas, si se hacen, hay que pagarlas. Está claro y es bueno que se sepa, torturar cerebros no puede salir gratis.
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