Es tradición que la temporada de teatro arranque el 1 de noviembre con “el Tenorio”, pero este año Rajoy y Camps han querido adelantarse con una escena de sofá, confidencias, biombo, promesas y una novicia.
La cita en el parador de Alarcón para tomar unas mirindas da bastante juego, primero porque es extraño que se vean como amantes furtivos, y después por lo sórdido de lugar elegido al que se añade un biombo lastimoso como los que usan los magos de segunda. Tal vez es que estaban de reforma en el despacho de Rajoy en la calle Génova y no se atrevió a citar a Camps en el Burger.
Ambos dirigentes mirándose a los ojos es un cuadro que podría completar la exposición sobre Sorolla que ahora está en Valencia. Manos unidas, cabezas conectadas, y un solo objetivo: “no me toques las narices”. Podría ser, también, que trabajaran para derrocar a Zapatero pero más bien parece una pelea interna entre dos gallos despistados.
Para completar la obra hace falta una novicia que ignore los deseos de Don Juan, y esta es María Dolores de Cospedal que se enteró de la cita por los periódicos. Alma cándida donde las haya.
Una obra de teatro romántico en tres escenas, hemos visto dos y nos falta el desenlace cuando Rajoy visite el cementerio donde están los muertos a los que “si buena os quité/ mejor sepultura os di”. De momento llenazo, un éxito con precios populares.
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