El señor Martin Schulz es un político alemán que además ocupa el cargo de presidente en el Parlamento Europeo. Bien. Pues este tipo ha concedido una entrevista al diario alemán Die Welt en el que dice que los bancos de la zona del euro tienen que empezar a dar crédito o que, de lo contrario, habrá que plantear medidas legales que les fuercen a ello.
Los argumentos de Schulz son válidos: dice que estas entidades se benefician del dinero barato que imprime el Banco Central Europeo (BCE) y que, sin embargo, esto no se traduce en una mejora de la economía. El problema de Schulz, sin embargo, no son sus argumentos. Son los tiempos.
Porque este político es de tinte socialdemócrata. Y los socialdemócratas se enfrentan, dentro de unas semanas, a los conservadores liderados por Angela Merkel en unas elecciones generales. Teniendo en cuenta que el Die Welt es un periódico conservador, la estrategia de Schulz, dice mi jefe, es bastante evidente. Evidente y lógica.
No obstante, al tipo lo que le enfada de verdad no es tanto el hecho de que Schulz hable ahora, cuando le esperan unas elecciones a la vista. No. A mi jefe, lo que le enfada, es que Shulz hable ahora, cuando el enorme agujero que crearon las operaciones con derivados llevadas a cabo por una banca borracha parece estar ya casi tapado a costa del déficit público de los Estados. Es decir, a costa de todos nosotros.
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El cachondo de Martin Schulz
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