No deja de ser una secuencia curiosa. La semana pasada Portugal sufrió su cuarta huelga general -una huelga general a la que se sumaron todos los sindicatos (lo que no suele suceder tan a menudo como parece) y la patronal- y este fin de semana la prensa lusa ha filtrado que la Troika duda de que los ajustes se vayan a mantener.
Según mi jefe, esto es una señal. Una señal de que hay que salir a protestar frente a esta estafa social encubierta bajo un concepto, el del euro, que funciona de aquella manera. Porque no es comprensible que una divisa común que engloba a 17 países tenga que adoptar un rumbo u otro dependiendo de lo que diga uno de esos diecisiete parlamentos. Normalmente el alemán.
Pero claro, tampoco se le pueden pedir peras al olmo. O conciencia social a la clase política que tenemos, con unos dirigentes que a todo quieren aplicar el rasero católico -tanto sacrificio, tanto sacrificio…- mientras la oposición sólo parece existir para comerse sus propias entrañas.
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Los portugueses y la estafa social
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