Muy averiado tiene que estar un país que lleva un mes protegiendo con vallas el Parlamento, que es la sede de su soberanía nacional.
Y si esto sucede, parece obvio que la culpa de esa situación, indeseable y extraordinaria, ha de ser de quienes están dentro de esa fortaleza improvisada, no de quienes están fuera.
Además, si hay que señalar a alguien en concreto, habría que admitir que la responsabilidad corresponde a la oposición. No al gobierno.
El partido que gobierna, conservador y nacionalista español como es, hace lo que se sabía que iba a hacer. Justo lo que podía esperarse de ellos.
Al fin y al cabo es lo que se corresponde con su ideología, neoliberal en lo económico, tradicional católica en lo moral y ligada a la defensa de los privilegios de los que goza la clase de la que proceden mayoritariamente sus política.
Por eso, a quienes están reclamando los ciudadanos que cumplan su contrato y hagan aquello para lo que se les votó, es a los parlamentarios del principal partido de la oposición.
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