Los militares venezolanos tendrán que limitarse a partir de ahora a ver sólo la televisión pública, con las interminables peroratas del Presidente incluidas. Una orden de Hugo Chávez, que se supera a si mismo todos los días, prohíbe a quienes visten uniforme que vean los canales privados y, por lo tanto, desde sus salones de estar se impregnen, en compañía de sus familias, sólo de la doctrina oficial. Las televisiones privadas en Venezuela hace mucho que sufren las restricciones que implica la amenaza del cierre administrativo y tienen buen cuidado de no emitir nada que pueda molestar al energúmeno que gobierna desde la fuerza bruta y la cursilería ramplona el país desde hace la tira de años.
Pero aún así, a pesar de funcionar con las alas recortadas, para Chávez y su camarilla la escasa libertad que usufructúan las teles privadas sigue siendo un peligro. No vaya a ser que algún militar con capacidad de pensar y deducir se percate de la realidad del régimen y sienta malas tentaciones, las mismas que sintió en caudillejo en cuestión cuando encabezó un intento golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de Carlos Andrés Pérez y dejó detrás un rastro de sangre que tal parece que la Historia le ha perdonado. Ahora, en que la inminencia de unas elecciones abre tenues esperanzas de que el calvario que encabeza pueda terminar, Chávez no quiere sustos.
Que nadie se mueva, que nadie, sobre todo en los cuarteles, ponga en duda su condición de salvador de la patria, de sobrenatural y benéfico, y que nadie se salte a la torera las órdenes emanadas desde la demagogia y la corrupción galopante que el poder absoluto siempre cobija. Los militares suelen ser buenos mandados en todas partes y en Venezuela, uno de los suyos, quiere mantener la capacidad para ordenar y mandar, imponiéndoles a sus subordinados detalles tan nimios como la televisión que deben ver. Sólo la de los buenos, la que intenta invadir los cerebros ajenos con las ideas populacheras y represoras de las libertades que el dictadorzuelo, revestido de orangután, quiere que guíen sus comportamientos y sobre todo sus votos en octubre, no vaya a ser que la manipulación a que serán sometidos no sea suficiente para que él siga en el machito.
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Militares sin «tele»
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