Lo reconozco, creo ser la única persona, o de las pocas, que ha hablado mal de Iniesta y no sólo una vez, sino varias y en varios lugares y con distinta gente. Lo malo es que el tipo este bajito no para de cerrarme la boca solamente con verle jugar.
Los argumentos a los que me he agarrado son bastante básicos, atados a una manera de ver el fútbol, digamos que primitiva, aunque no por eso menos cierta. Iniesta se cae con facilidad y lo que es falta para él, no es falta para muchos otros jugadores.
A veces incluso en algunos partidos ha parecido que las reglas del juego eran diferentes para el genio del Barcelona que para los demás, y claro para un tipo de 100 kilos como yo, un empujón no es falta, por lo menos en mi pueblo.
Pero como muchas otras veces, el otro día me senté a ver fútbol, a la selección española para más señas, que jugaba contra China, y otra vez a callar, a disfrutar, a rendirme ante el que seguramente sea el jugador con menos capacidad física que mejor juega al fútbol de todos los que he visto.
«Como juega el enano de los co…» acierto a decir en un alarde de locuacidad, y después a seguir en silencio disfrutando del que seguramente sea el mejor jugador español del momento, y el más diferente de la historia.
Unos dicen que un paso por debajo de los dos más grandes, Messi y Ronaldo, pero empiezo a creer, que eso es porque seguimos pensando que el fútbol es sólo el gol y el espectáculo, cuando un tipo bajito, flaco y pálido nos demuestra todos los partidos que juega, que es imaginación, magia y pausa.
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Iniesta me sigue cerrando la boca