En Bogotá, Colombia, hay cristianos evangélicos que piensa que a Dios no hace falta alabarle con cánticos almibarados sino que se puede hacer a ritmo de rock duro. Y por eso le adoran a su manera: con el sonido estridente de guitarras eléctricas, bajos y baterías que hacen estremecer los cimientos del edificio donde han montado su particular iglesia, el segundo piso de una casa encima de un almacén de pinturas.
La iglesia, denominada Pantokrator, fue inaugurada ya hace unos años, en 2003, pero ahora ha sido descubierta por los medios de comunicación y sus fundadores han aprovechado para explicar a quien les pregunta que sus misas son de lo de más ‘normales’ ya que suelen iniciarla con una reflexión seguida de alabanzas y oraciones, y para dejar claro que, a pesar de la mala prensa de este tipo de música, que sectores conservadores tildan de satánica y asocian con prácticas paganas, son sólo unos “cristianos con un gusto musical”, y puntualizan que a Pantokrator no sólo acuden amantes de este tipo de música, sino que también asisten a miembros de otras culturas o incluso gente del barrio.
Cristian González, uno de los pastores de esta iglesia, aclaraba hace unos días a la agencia The Associated Press: “no somos una iglesia metalera. Somos cristianos con un gusto musical. La razón de ser es Dios“. Además, González añadía “fundé la iglesia como un espacio para llegar a esos lugares que se pueden tener por satanizados, por ocultos“.
Durante el servicio, de unas dos horas, los asistentes, que dicen no consumir alcohol o drogas ni fumar, alzan sus manos constantemente y se arrodillan bañados en lágrimas. El momento más «heavy» del culto es cuando algunos de los participantes hacen a un lado las sillas blancas de plástico y se lanzan desaforadamente al centro del salón para saltar y chocarse entre ellos. A esto se le conoce como «pogo», un baile practicado por punk, los hardcore y heavys.
Y digo yo que si al Todopoderoso se le puede rezar a ritmo de gospel con batir de palmas y bailes frenéticos, tambien se podrá hacer con los acordes de un tema de Metallica.
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A Dios le gusta el heavy metal
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