Brasil empieza a darle miedo a las naciones latinoamericanas más desprovistas de poder corporativo. También a algunas otras, cuyas empresas proceden de grandes fortunas familiares que han construido imperios, más o menos contemporáneos, en las últimas cinco décadas o así.
La potencia de las multilatinas brasileñas, muchas de ellas aún controladas por el capital público, ha alcanzado tales dimensiones que en algunos blogs de la izquierda del subcontinente, y no sólo en su versión chavista, se empieza a hablar de imperialismo. Lo mismo que sucede con China o con Rusia.
Hace 20 años, la partida en América Latina se jugaba entre EEUU y la UE, con un especial protagonismo de España. Hoy los actores son otros pero los problemas se parecen mucho a los que había en el pasado.
¿Estamos al inicio de una ola antibrasileña en el subcontinente? Tal vez. Y, quizá, sería un signo de normalidad el hecho de que junto a los gringos y a los conquistadores aparezcan nuevos malos de la película.
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¿Quién teme a las multilatinas brasileñas?
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