La decisión del TAS sobre el caso Contador no se puede calificar de otro modo que de cínica, por muchos motivos, el primero es la ausencia de pruebas, el segundo porque se ha producido 565 días después del positivo y tercero porque como dice un sabio refrán popular «aquí o follamos todos o la puta al río».
Cuando tantos ciclistas de primer nivel, cómo el malogrado Fignon o el danés Rijs entre otros, han reconocido que se han dopado durante su carrera profesional, y no recibieron sanción alguna. Casos tanto o más sospechosos como el de Contador, no hay más que recordar a Amstrong que de ser un ciclista vulgar pasó a ser de los mejores de la historia.
No es que todos tomen sustancias prohibidas, sólo que las sanciones, las investigaciones no son iguales para todos, se habla de permisividad de las autoridades españolas a la hora de perseguir el dopaje, pero tenemos que recordar que fue en España donde se produjo la Operación Puerto en la que cayeron varios de los mejores ciclistas del país.
Por cambiar de deporte habría que mirar hasta donde se llegó con una de las heroínas del país como Marta Domínguez, pero nada vale para la opinión internacional, donde tantos países tendrían que mirarse a ellos mismos.
Por empezar los organizadores de los Juegos Olímpicos de este año, donde el velocista Linford Christie empezó a hacer sus mejores marcas pasada la treintena hasta que se demostró cuales eran sus secretos para protagonizar tan curioso caso.
Francia donde unos cuantos ciclistas, como el varias veces campeón del premio de la montaña Virenque y gran esperanza gala para ganar el Tour, fue cazado después de fracasar varias veces en ganar la prestigiosa carrera.
Podemos seguir por Italia donde aparte de los escándalos en el fútbol entre los que encontramos implicados a jugadores como Del Piero, también tienen casos en el ciclismo como el fallecido Marco Pantani o Claudio Chiappucci.
Empieza a ser desagradable la impunidad con que el resto del mundo mira hacia más abajo de los pirineos con envidia de los éxitos deportivos de los que ellos no gozan, y se convierten en los defensores de la justicia, cuando aquí todo el mundo tiene mucho que callar y cuando una vez más se ha demostrado que la justicia no es igual para todos.
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Contador y los cínicos
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