Estos días finales de julio están siendo agónicos para el Gobierno. Cenaba ayer en El Escorial con un alto cargo socialista que reconocía que aún no habían tocado suelo y que la tragedia electoral puede ser mayor, y Rubalcaba defiendo la alegría como Andrés Montes cuándo decía que “la vida puede ser maravillosa”.
A Zapatero le pueden poner las cosas muy complicadas mañana en Bruselas, en cambio Rajoy el único problema que tiene es Camps y hasta parece poca cosa comparado con el resto de asuntos que afectan a los socialistas.
Se nota el final de ciclo en que ya se ríen poco las gracias. A González Sinde la tienen atragantada porque todo lo que toca se escoña, lo último el Premio Nacional de Cine cuyo jurado se convocó sin paridad. A Sebastián ya no le pasan ir sin corbata. Bono se ha hartado y le ha dicho que aprenda de los ujieres que aguantan el calor con digna elegancia, la que da el cargo. En cambio el Ministro de Industria se ha desatado, (la corbata), y está por el ahorro energético que consiste en elevar la temperatura de los edificios públicos hasta convertirlos en cocederos de mariscos. Un desatino.
Bono ayer leía a Azaña bastante emocionado porque Bono, al igual que el político alcalaíno, ve en España una falta de regeneración que asusta. Lo de menos son las corbatas, lo peor es que cualquier día aparece un loco con una tarta y nos la planta en la cara como si fuéramos Murdoch. Será por eso que Sebatián no usa corbata, para no mancharla en caso de peligro.
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