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Metáforas perversas

No se deben dejar las metáforas al alcance de Zapatero igual que no se dejan las medicinas cerca de los niños. La prudencia no se encuentra entre las virtudes de José Luis que en gira oriental ha tenido la desafortunada idea de comparar la solidez de la economía española con un trasatlántico… justo el día del aniversario del hundimiento de El Titanic.

Se nota que está en otra cosa, en otro estamento más elevado y que el pulso político ya no va con él. Se ve que lee más ensayo que libros de historia, o que no fue con Sonsoles a ver la película de Cameron que por cierto era un tostón. O se ve que nunca ha probado a abrir el balcón de Moncloa y a gritar que es el rey del mundo.

La “exitosa” gira oriental se ha quedado en una pifia enorme, por un lado los inversores chinos juran que nunca anunciaron invertir nueve mil millones en las cajas, por otro Zapatero nos mete en un barco de dudoso final, y para colmo los chinos no se dan por satisfechos al aprender las palabras “amigo” y “paz” en el Instituto Cervantes. Podemos dar por buena la tournée si al presidente no le roban la cartera en una de éstas, o se deja el cepillo de dientes en el hotel.

Este tiempo de descuento que vive hasta que haya otro candidato lo podía pasar con mayor discreción, sin pronunciar discursos. A nadie se le puede hurtar el derecho a ponerse cursi, pero al menos se podría limitar el ámbito de su tontería a círculos privados sin relevancia internacional.

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