Zapatero se levanta inspirado una mañana y cambia los muebles de sitio para hacernos ver que ha hecho una mudanza, pero no. Lo que ha hecho es tapar los desconchones de la pared con unos cuadros y disimular el polvo debajo de las alfombras. Nuestro presidente hace tiempo que renunció a la política y se pasó al maquillaje, de ahí un parche, una sombra o un brillo que pueda llamar la atención.
Los ex ministros no guardan grata imagen de cómo les comunicó el cese, y Bibiana Aído va a recordar toda su vida el rato tan amargo que tuvo que pasar en Tele 5 mientras le hacían una entrevista sabiéndose recién derrumbada. Tampoco Bernat Soria olvida cuando le hizo volver de un viaje oficial para decirle que le reemplazaba porque necesitaba más “glamour” en el Gabinete.
Zapatero no es el más listo de la clase pero ha sabido hacerse amigo del “malo”, de Rubalcaba, y de esa forma ya nadie le falta el respeto en el patio. Ni Cristina Garmendia que tenía ganas de irse se ha atrevido a levantar la mano y pedir permiso, mejor dejarlo para otra ocasión. No todo el mundo tiene la suerte de Trinidad Jiménez a la que cada vez que pierde la recoloca en un lugar mucho más elevado.
Los designios del presidente son inexpugnables, ayer se levantó con ganas de cambiar algunas cosas de sitio con tal de distraer la atención; vaya usted a saber cómo se acostará hoy.
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