Durante la última semana, la actividad económica mundial ha estado marcada por dos sacudidas geosísmicas de desmesurada intensidad: la erupción en Islandia del ya famosísimo volcán Eyjafjalla, cuya repercusión total sobre el tráfico aéreo europeo y el negocio de las aerolíneas aún está por conocerse, y la decisión de la institución supervisora de los mercados financieros estadounidenses (SEC, por sus siglas en inglés) de investigar a Goldman Sachs por la posible comisión de un delito al crear un producto basado en las hipotecas basura con la ayuda, en la sombra, del conocido especulador financiero internacional John Paulson.
Un tal Paulson quien, por cierto, también formaría parte, según determinadas versiones, del selecto club de gestores de fondos de riesgo que preparó una dura estrategia para sacar partido de los problemas de Grecia y unos problemas que, en parte, contribuyó a generar Goldman Sachs al ofrecer al anterior gobierno heleno la contratación de un sistema, legal todavía por cierto, para disimular su endeudamiento real. Ya hay bloggeros malintencionados que se preguntan si también en esto, el banco y el especulador iban de la mano.
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Dos fenómenos geosísmicos contra la economía
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