Cuando Rajoy se refería que hacía falta «un plan de choque», no tenía por qué ser necesariamente el accidente de tráfico que ha tenido el presidente de Nuevas Generaciones. Un accidente lo tiene cualquiera, incluso sin saber conducir, otra cosa es que seas vocal de la comisión de Tráfico del Congreso. De ahí la dimisión y el lío.
Sería algo parecido a que a la Ministra de Sanidad le hicieran una foto fumando un pitillito, o que a Güemes le sorprendieran con un carné de afiliado a un sindicato. Son cosas que casan mal, y que chocan indudablemente porque la Física funciona al margen de la política desde los griegos hasta la fecha, e incluso podremos aventurar que será así hasta el final de los días cuando vuelvan los dinosaurios a campar por la M-30.
La tasa permitida es el límite en el que una persona deja de ser diputado y se convierte en portavoz de los coros y danzas de «Asturias Patria Querida». En esos casos se recomienda no conducir, no cruzar la calle Serrano y, en la medida de lo posible, no detenerse de manera violenta contra otro vehículo que aguarde a que cambie la luz en el semáforo. Si dura es la política peor es la resaca.
Lo de Uriarte no deja de ser una anécdota, un golpe leve de chapa y pintura. Según las estadísticas en España cada ocho segundos se produce uno, y el que esté libre de frenazos que levante la mano de la palanca de cambios. Otra cosa es que el PP de Rajoy camine sin frenos, eso es verdad. Nota final.- A Soraya le parece un buen chico.
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