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Acalorada, La Habana respira

Julio, el primer mes de los recortes, principalmente del petróleo venezolano que cada día se nos hace más distante, está a punto de culminar sin mayores contrariedades. El pasado fin de semana el diario Granma, portavoz del partido comunista, publicó un artículo encaminado a apaciguar los fuertes rumores de un próximo período de crisis económica y otros apellidos más que se le pudieran añadir.
 
Ciertamente, la Cuba de hoy no es la misma que aquella de los 90s en que cuando desapareció la Unión Soviética, hoz y martillo incluidos, junto con ella se fue el cordón umbilical que nos sostenía para dejarnos al pairo con pocas alternativas posibles de sobrevivir. Fueron tiempos tan agudos que al narrarlos muchos amigos españoles comentaban que tales historias eran las mismas de la posguerra vividas por sus padres y abuelos.
 
Terror pánico tienen los que vivieron aquellos años de que se repita ese rosario de dificultades que llegaron a concebir, por ejemplo, una gran caldera por barrio para alimentar a los ciudadanos ante una opción cero que por suerte nunca llegó. Entonces se resistió. En los tiempos actuales, es de dudar. Lo sabe la gente y el propio gobierno.
 
Julio, el primer mes de los recortes, principalmente del petróleo venezolano que cada día se nos hace más distante, está a punto de culminar sin mayores contrariedades. Por citar sólo dos, los “apagones” no han hecho de las suyas, así como tampoco nadie ha pensado en rememorar emplear una corteza de toronja, empanizarla y engullírsela como un bistec de vaca.
 
La reacción casi generalizada en el caso de los que pueden y a sabiendas de que a otros les resulta imposible, es el acaparamiento. A lo largo de décadas nos hemos acostumbrado a que si precisamos de un bombillo, un jabón, un gel dental o un frasco de aspirinas, adquirirlos en demasía por si alguna vez desaparecen. De momento, con algún que otro vaivén, no hay mucho de qué lamentar de lo que ya nos resulta ordinario.
 
Muchos españoles de visita en Cuba por estas fechas. Algunos optan por los hoteles, donde por concepto estratégico de alta prioridad no se hacen sentir las ventiscas de las dificultades. Otros, en cambio, van a las casas particulares y son, para decirlo en buen castellano, los que conocen el valor de un peine amén de saber disfrutar la isla tal y como es.

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Acalorada, La Habana respira

Aurelio Pedroso

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