Desde 1.999 le descubrimos el avieso proyecto impulsado. Referíamos ya “las restricciones de orden económico, social y de democratización y “civilidad” de la vida nacional”. Sí, sí se puede reinstitucionalizar para mantener el statu quo. Si esos procesos no son para la optimización de resultados del sistema general, son, entonces, procesos del campo de la Economía Política. Por intención o error se hacen para privilegiar unos intereses.
Buen ejemplo lo es la Venezuela chavista. Desde 1.999 le descubrimos el avieso proyecto impulsado. Referíamos ya “las restricciones de orden económico, social y de democratización y “civilidad” de la vida nacional”. Así lo hicimos saber en informe de aquel año.
Fenómenos como el izquierdismo inconsulto, el irrespeto a derechos económicos fundamentales, formas ilegítimas de violencia, la subordinación a los Castro y el intento de una geopolítica iconoclasta fueron tempranas manifestaciones de un sesgo político interesado.
Valga referir, entonces, que cuando en nuestros desarrollos decimos reinstitucionalizar, lo hacemos en asociación con una propuesta política explícita: la mejor democracia y las mejores condiciones y resultados del mercado.
Y no, no es una propuesta liberal; aunque, con pie en la tierra y no en la discusión ideológica estéril, se le aproxima mucho. Su inspiración, insistimos, es el interés general. Es tema de gestión, no de ideario.
Transitamos el terreno de la Economía Política, entonces. Pero, ¿de qué, en concreto, estamos hablando?, ¿cuáles son los asuntos políticos y económicos que enfrentamos con inspiración en el manejo referido?
Son: uno, la reinstitucionalización optimizadora; dos, la procura de las mejores condiciones, procesos y resultados de los múltiples acuerdos entre sectores –el tema del consenso-, y tres, la prevención de fraudes y juegos ventajosos en los procesos transicionales.
Hoy no hay dudas sobre la relevancia de las instituciones; incluso, más que la de la política económica. Ya hemos establecido que nos interesan mucho las instituciones. Y dentro de ellas, las instituciones vertebrales. Proponemos cinco: reglas fiscales, monetarias y cambiarias (macro) y derechos de propiedad y garantías de la productividad del trabajo (micro).
Respecto a los consensos nos ocupan las condiciones, los procesos, la calidad de los acuerdos, las garantías para su cumplimiento, las mediaciones profesionales, el cuido de riesgos, los retrocesos (Caso español, por ejemplo), etc.
Finalmente, nos ocupamos del cuido de las privatizaciones, las reestructuraciones y la liberalización. Vale, como antimodelo, el ejemplo ruso (“Capitalismo de amigotes”). Nuestro concepto de base es optar por las sanas reglas del juego, en vez de la anomalía, por ingenuidad o ilícitos, de las rentas de situación ricardianas.
Nadie ha dicho que cambiar a bien es fácil. Pero, en mi “caja de valores” es la única opción. Sin la “malicia” de la Economía Política no resulta posible. Las transiciones son procesos en ese orden.
* Santiago José Guevara García
Valencia, Venezuela
sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1
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¡Que sí es Economía Política!
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