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El coste de la división

Bruselas es una ciudad enclavada en territorio flamenco pero con una presencia francófona e internacional muy grande. Toda tragedia desencadena la búsqueda de culpables y de responsables. En los atentados terroristas de Bruselas está fuera de toda duda que los culpables son los yihadistas que, según se va sabiendo, en Bélgica se movían como el pez en el agua. Los responsables de que esto sea así y haya facilitado estas consecuencias trágicas, son los policías a quienes la opinión pública acusa sin rodeos y como poco, de ineficacia.

Lo ocurrido antes en París y ahora en la propia Bruselas no permite desmentirlo. Pero también hay que decir, sin pretender defender a la Policía belga sobre la cual desconozco detalles, es que seguramente toda la responsabilidad no se le pueda atribuir. También los políticos, y más incluso que los políticos también influye la cerrazón de los ciudadanos que con tanto ahínco propician la división del país en dos comunidades irreconciliables.

Bruselas es una ciudad enclavada en territorio flamenco pero con una presencia francófona e internacional muy grande. En la práctica es un reflejo de la división del país en muchos detalles que se observan a primera vista. La propia televisión pública nacional ocupa un edificio dividido en dos partes simétricas donde conviven separados, y casi sin relaciones personales entre sí, los trabajadores de cada una de las lenguas.

La Policía es peor, la ciudad, con poco más de un millón doscientos cincuenta mil habitantes, está dividida en seis departamentos y diecinueve distritos donde los encargados de la seguridad trabajan siempre celosos de su independencia y con mucha frecuencia cicateros a la hora de compartir información y estrategia con los colegas de otras comisarías. Ciudades gigantescas, como la propia Nueva York, tiene a la Policía centralizada en un solo departamento.

La Administración civil está también muy dividida; a veces da la impresión de que en la mesa del Consejo de Ministros conviven dos gobiernos distintos: incluso ministros del mismo partido se muestran enfrentados, dependiendo de cuál sea su procedencia geográfica y lingüística. Bruselas alberga las principales instituciones europeas, es en la práctica la capital del continente, su nivel de vida es alto y sus habitantes cultos, pero su celo nacionalista no ha cedido ni a la modernidad ni a los nuevos tiempos.

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El coste de la división

Diego Carcedo

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