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El cabo ardiendo

Mariano Rajoy se aferra al PSOE para mantenerse en la Presidencia del Gobierno. Mariano Rajoy se aferra al PSOE como a un cabo ardiendo para mantenerse en la Presidencia del Gobierno. Está en su derecho y hasta es lógico que lo intente. La gran coalición es la única solución que garantizaría la estabilidad política unos años. Pero el Presidente da la impresión de que se acuerda tarde de pedirle árnica a su principal adversario, un adversario al que él, con sus palabras y displicencias, más bien trató hasta ahora como enemigo.

Mariano Rajoy gobernó con estilo cortijero desde la mayoría absoluta que le apoyaba, despreció a la oposición que representaba a la opinión de la mitad de los ciudadanos, con la que no contó jamás y a la que procuró desprestigiar siempre que pudo. Hizo oídos sordos a la corrupción que floreció a su alrededor y que ya tiene entre rejas, o camino de la cárcel, a varios de sus allegados. A alguno, como Bárcenas, incluso llegó a estimularle por correo a resistir y mantener la boca cerrada.

Mariano Rajoy ha tenido que enfrentar una etapa de Gobierno muy complicada pero él se lo guisó y él se lo comió. Ahora de su batacazo electoral, el que le sitúa en condiciones pésimas para continuar incluso liderando el partido, no puede culpar a nadie y menos a quienes lo único que puede hacer ahora es implorarles ayuda para salir del atolladero en el que él metió no sólo a la política sino al pueblo español entero.

Mariano Rajoy ante los problemas no buscó la contribución de otros españoles dispuestos a aportársela. Contempló impasible como millones se quedaban sin trabajo, bastantes más sufrían recortes en su bienestar, redujo los servicios públicos, mintió sobre innumerables cuestiones, y él, oculto tras al plasma que le evitaba tener que mirar cara a cara a la gente, prefería escuchar a dirigentes foráneos cuyas recomendaciones asumía dócilmente. No, no hay razón objetiva para que el PSOE ni otros partidos acudan a socorrerle por mucho que lo justifique con el argumento de salvar a España.

Mariano Rajoy quizás desconoce que lejos de ser la solución se ha convertido en parte del problema. El PP a pesar de tantas cosas si debe formar parte de la solución que se busca, pero con Rajoy a la cabeza, va a ser más difícil. A él se le hinchan mucho las venas del cuello llamando a la responsabilidad de los otros para salir del atolladero al que llevó su política de recortes. Quizás debería ser el primero en dar ejemplo. En el PP seguro que hay otros cuyo liderazgo puede ser menos problemático.

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El cabo ardiendo

Diego Carcedo

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