Mi jefe considera que a quien no le interesa que lleguen los refugiados a Europa es a Alemania. La Unión Europea me tiene desconcertada. Será por mi poca experiencia, pero no comprendo cómo la troika puede pedir explicaciones a Grecia por la gestión de su crisis –decidida democráticamente-, pero no dice ni ‘mu’ sobre el trato infrahumano que están dando a los refugiados sirios en Hungría. Primero amenazan al país heleno con expulsarle del euro, alegando falta de solidaridad por no pagar a los acreedores; ahora no se plantean medidas para asegurar el cumplimiento de los derechos humanos en los países del este.
Para intentar calmar mi indignación he acudido a mi jefe, quien me ha dado la clave para terminar de comprender la situación. Me ha explicado que Hungría tan sólo está ejerciendo de tapón en el camino de los exiliados hacia Alemania. Es el país germano quien ha dicho alto y claro que no quiere tantos refugiados.
Y entonces he conseguido completar el puzzle. El problema es, una vez más, que los intereses de Alemania están por encima del resto de Estados. No, espera. Por encima del resto del mundo.
Mi jefe me lo ha vuelto a repetir: la situación es crítica y el futuro de la UE corre peligro.
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