Rebajas de fin de legislatura

Para los que hemos conocido la Dictadura, es una suerte, desde luego, que haya elecciones cada cuatro años pero aún lo sería más si las hubiese cada cuatro meses. La Legislatura peor de la España democrática toca a su fin y el Gobierno, que hasta ahora nos ahogó con impuestos y recortes, ha empezado a anunciar rebajas preelectorales. El presidente Rajoy, que se ve que le gusta el cargo, para asegurárselo otros cuatro añitos, para que la gente vuelva a votarle, ha empezado a echar el palacio de La Moncloa por la ventana.

Para los que hemos conocido la Dictadura, es una suerte, desde luego, que haya elecciones cada cuatro años pero aún lo sería más si las hubiese cada cuatro meses. Estos días, sin tener que esperar, vamos a pagar menos IRPF, algo que ya nos habría gustado que ocurriese hace bastante tiempo. Pero hace bastante tiempo no había elecciones a la vista y los gobernantes del PP se regodeaban crujiéndonos las costillas.

Ahora se asegura que la economía aumenta al tres y no sé cuánto por ciento, poca cosa todavía porque en cuanto llegue la campaña electoral ya estaremos creciendo alrededor del diez. Lo nunca visto. Por lo tanto, de momento habrá dinero para todo y no como últimamente en que no quedaba ni un euro disponible en las arcas del Estado. El fin de Legislatura con sus rebajas de impuestos será jauja.

Vamos a ver qué ocurre y cómo se resuelven estas alegrías oportunistas cuando haya que meter las papeletas en las urnas. La gente no es tonta y no se deja impresionar tan fácilmente como para olvidarse del rodillo que aprobó leyes restrictivas, achicó salarios, propició más paro que empleo precario y se pasó por la piedra las pagas extraordinarias de los funcionarios.

Conviene estar alerta porque los espejismos amenazan este caluroso verano y seguro que nos van intentar cegar en el otoño que viene. El que quiera que las cosas vuelvan a donde andaban a lo largo de cuatro años más de austeridad inmisericorde y en primer tiempo de saludo ante la presencia de doña Angela Merkel, que la tiene tomada con los mediterráneos, ya sabe lo que tiene qué hacer.

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